República Dominicana en el laberinto de identidad ideológica
El laberinto ideológico de la República Dominicana, viene marcado con la composición social en la cual se ha estructurado la sociedad dominante en las últimas décadas, y con el desarrollo del crecimiento económico qué visibiliza, los desafío y reto, de la nueva identidad ideológica de la joven oligarquía política social qué actualmente dirige el Estado.
Para esta tarea, las elites globales y sus lacayos en las oligarquías locales, se apoderan y empoderan en controlar los medios de comunicación y la industria del espectáculo, crean tanques de pensamiento con reconocidos mercenarios intelectuales, crean y financian organizaciones no gubernamentales «sin fines de lucro», se han ido apoderando de las universidades privadas, y públicas, controlan la academia global, Las compañías tecnológicas y las redes en general, de esta forma han ido imponiendo su «verdad», contando lo historia a su manera, moldeando la mente de las masas y fabricando el consentimiento de una población a la que ellos consideran inútil y desechable.
Desdé el inicio de la República Dominicana, su pensamiento político giraron siempre en torno al respeto y la sana asociación estratégica integral de independencia y las luchas por la buena vecindad con la comunidad internacional, por tales motivos, fuimos de los primeros en reconocer y adoptar en principio de autodeterminación de los pueblos, y el respeto a la no, injerencia en los asuntos internos de otros pueblos.
Sin embargo, Eso algual que otros principios, cómo el derecho a la nacionalidad, han cambiado completamente con la nueva estructura sociales política económica, con nueva visión del Caribe.
Por si no fuera suficiente con el hecho de que ya no existen frutas que hasta hace unas décadas eran parte de la cotidianidad tropical. Como si nos hubiéramos degenerado en tantos de nuestras potencialidades para crear riquezas. Ahora, para colmo de males, ya el país no es capaz de producir ni un pensamiento o una opinión política propios; estos tópicos también son importados.
Hemos ingresado en un escenario inestable, sin posibilidades de alcanzar metas de corto plazo ni de trazar proyecciones, a largos plazos, todo depende de las condiciones externas qué provengan del gran capital externo y sus amos en el mundo, Aunque se hable,de Duarte, Mella, Sanchez, Luperon, cómo extraterrestres qué llegaron en sus naves espaciales, y eligieron a los intereses del grupo y se marcharon a su mundo ideal.
La idea del futuro como autopista de alta velocidad, acaso como un oscuro y frío túnel que pese a su longitud tendría necesariamente una salida luminosa, una recompensa por el trabajo y su sacrificio denominada ya sea progreso, modernidad o desarrollo, tiene hoy más características de mito que de armazón ideológico.
En algún momento tras la postmodernidad caímos en un pantano que ningún discurso, ni político ni histórico, ha conseguido secar. Esos relatos del capitalismo de última generación, de globalizadores tardíos y socialdemócratas conversos, se han estrellado con una realidad perfilada por los efectos catastróficos de sus construcciones utópicas, y mercantil.
Aquellos a los que les va bien luchan por conservar lo que han recibido; mientras otros, qué las cosas les van regular y aspiran a mejorar, son por lo general partidarios de reformas más o menos profundas; finalmente, los que van de mal en peor nutren el grupo de los interesados en una transformación radical del actual estado de las cosas, que «cambie la base» de toda la sociedad.
De este escenario emergen ideas y teorías que trasladan el combate práctico a la esfera de la conciencia social, restringido por la Cumbre de los medios infelizmente llamados informativo, qué conjugan el escenario de encrucijada para la no confrontación de las ideas, dejando siempre al dominicanos de a pie en sus laberintos de conformidad para tratar de sobrevivir, y mantenerse en la esperanza del destino manifiesto de sí la vida los eligen.
Muchos se disuelven, sin demasiada conciencia, en esta jaula de grillos de las postverdades.
Este término, que ya se ha hecho viral, se refiere a la manipulación de los hechos que son conformados según los intereses de quienes los explican.
Como la neutralidad no existe, sabemos que todo relato está presentando lo verdadero como algo objetivo que legitima una ideología. Y aunque esta última palabra parezca denostativa no lo está, porque cualquier acontecimiento se narra desde una perspectiva que pretende o reafirmar la validez del sistema o bien oponerse a él.
Esto es claramente ideología, porque no solo está constituida al servicio del poder, sino de los opuestos que, seamos realistas, anhelan tomar el relevo de ese poder, y así lo resolvió las actuales autoridades, donde el mandatario señala abiertamente, lo que diga Estados Unidos es lo que va, aunque se oiga como payaso, pero esa es su dignidad y su identidad laberinta.
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