Alofoke: Entre la influencia mediática y la oportunidad de transformación.

Por: Ana Bertha Pérez, Periodista y Máster en Comunicación.
La pregunta que debemos hacernos como sociedad no es por qué tantos jóvenes siguen a Alofoke, sino qué significa este fenómeno cultural en el contexto actual de la comunicación y de la juventud dominicana. Santiago Matías ha logrado levantar un emporio mediático desde abajo, consolidándose como un referente del entretenimiento digital y un puente directo entre los artistas urbanos y su público. Su autenticidad, su lenguaje sin formalismos y su dominio del mundo digital lo han convertido en un ícono cercano, alguien que conecta porque habla en el mismo código de quienes lo siguen.
Este posicionamiento, sin duda, ha dado voz a sectores tradicionalmente marginados por los medios convencionales, generando un movimiento cultural que ofrece visibilidad y sentido de pertenencia a miles de jóvenes. Alofoke no es solo un programa: es un fenómeno que refleja las aspiraciones, las frustraciones y los lenguajes de una parte importante de nuestra juventud.
Sin embargo, este fenómeno tiene otra cara que no podemos ignorar. El contenido que se difunde desde sus plataformas, en muchas ocasiones, normaliza antivalores: la violencia verbal, la confrontación sin propósito, la vulgaridad, el dinero fácil y la fama sin esfuerzo. En vez de fomentar disciplina, educación y esfuerzo sostenido, se impulsa la cultura de la inmediatez y del escándalo. Esto representa un riesgo, porque una generación entera puede terminar valorando más el ruido que la preparación, más la fama vacía que el verdadero trabajo.
Santiago Matías, hoy empresario, locutor de radio y productor discográfico, ha demostrado ser un trabajador incansable, con disciplina y visión. Esa misma influencia que utiliza para generar controversia podría convertirse en una herramienta poderosa de transformación social si se orienta hacia el bien. La juventud necesita en este momento; y no solo la juventud, sino todo el país, mensajes que transmitan paz, solidaridad, amor, empatía, fe en Dios y aquellos valores que construyen una sociedad sólida y digna.
Construir para el bien significa no vender en las plataformas los desvalores ni la degeneración social, sino utilizar el poder de la comunicación para inspirar, motivar y guiar. Si así lo quisiera, Santiago Matías podría trascender la figura del personaje polémico para convertirse en un referente de cambio: un ejemplo de que es posible surgir desde abajo y, al mismo tiempo, aportar a la construcción de un país con esperanza.
En este escenario, también es necesario reflexionar sobre el papel del sector empresarial. En lugar de apostar a proyectos que contribuyen al deterioro social, los empresarios tienen la gran responsabilidad de apoyar iniciativas que promuevan la educación, la cultura, el respeto y el desarrollo humano. Solo invirtiendo en proyectos que construyan una sociedad más sana y con valores podremos garantizar un futuro donde los jóvenes tengan verdaderos modelos a seguir y el país encuentre el camino hacia un progreso sostenible.
Deja un comentario