La mediocridad política como parte del nuevo emprendedurismo, en el sufrido país dominicano
POR HENRY POLANCO
La frase filosófica que mejor describe el término, es la del gran novelista, humanista, estadounidenses Joseph Heller en la obra misma que lleva por título: La Trampa obra proverbial de los Hombres,
» En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima». Joseph Heller
Cuando los mediocres asumen el poder, y los teóricos sostienen que la meritocracia es el gobierno de los mejores, entonces la mediocridad sería el gobierno de los peores. De acuerdo al pensamiento crítico, «cuando los mediocres llegan al poder». El meollo o la razón principal es que el sistema no permite que sobresalgan los mejores ni los más brillantes, sino los más sumisos que no molesten demasiado al establisment.
Los políticos nuestros en la actualidad, públicamente nadie los conoce, nunca declaran, no escriben, nada excepto algún saludo, nadie conoce sus pensamientos ni su formación, ahí precisamente es donde se oculta la naturaleza de lo ‘mediocre’.
La mediocridad política conforma siempre un régimen en donde el bajo promedio se convierte en la norma imperiosa que debe encarnar, basta oír, y observar, a los políticos actuales para palpar, la esencia de la mediocridad.
Pero «ojo» el ser mediocre no es equivalente a ser incompetente. Sino en ser uno más, del montón en materia de liderazgo, ya que no destacan, por no tener pegada política, ya que todo tienen el buen marketing como paradigma.
Pero en todo desaparece la mente crítica. ni siquiera los análogos aparece, La política, las ideas, doctrinas e ideologías, han desaparecido en favor de la adulación rastrera, e idolatra, más el servilismo ramplón, con eso que hoy se llama solución de mi problemas pañitos tibio, que solo busca la pobre solución inmediata de un problema, que impide cualquier pensamiento o solución en el largo plazo.
Los líderes de otras épocas del siglo XX, estaban basados en una percepción más realista de la situación y se trata de añoranza, Eran realmente mejores los políticos de la Dominicana, pese a que los enfoques fueran de otras metodologías, paradigmaticas.
La degradación de la política Dominicana con la aparición de los llamados «alacranes» es aberrante, donde las encuestas demuestran que su degradación, y rechazo, es al menos una realidad en la percepción de la mayoritaria ciudadanía, que los detesta, y los vomita.
Sean o no más, y otros menos mediocres, que otros, los votantes los perciben como ratas politiqueras de alcantarilla.
La política se ha convertido en los últimos años, debido a esta grave crisis económica en uno de los principales problemas de los Dominicanos.
Ya que escribir sobre la estupidez y la inmoralidad militante en nuestra República Dominicana, particularmente en referencia al medio predominante politiquero, es un penoso reto, una incomodidad por la fetidez, lo trillado, y hasta por la sensación de sentir que se está perdiendo tiempo.
Pero las circunstancias que estamos transitando lo imponen desde lo reiterativo, que lo hacen insoslayable.
Vivimos una época de precipitación por los abismos de la histeria vocinglera, del relato sustancioso en falsedades y vilezas, cabalgando en delirios las afanosas nulidades, para abrirse paso hacia las marquesinas del poder, sueño de innumerables rebaños sedientos de sus 15 minutos de gloria.
Sin importarles en lo más mínimo cuan irresponsable y dañina sea esa conducta para con esta patria, donde la tragedia encontró su nido de serpientes, para estos tránsfugas de las loables costumbres, lo importante es estar «al día» con las demandas de la sociedad inversa, de allí la construcción fatua, lo falsario, la cosmética del pensamiento residenciado en la apariencia, tugurio de la decadencia, adalides de la siembra de evasión.
El ejercicio político en nuestro país nunca ha alcanzado la verdadera y profunda esencia, pero la politiquería ha rebasado sus propios límites.
La bufonería se ha convertido en la carta de presentación de los dueños, de circo de cada cuatro (4) años, y escenario oficial y político en general; los festivales banales, ferias de la lujuria, derroche de lo obsceno, inauguraciones de santuarios comerciales, del «llévatelo todo, llévatelo todo», se han convertido en razón de estado, mientras deambulan por la calle el hambre y la enfermedad, cabalgando trágicamente con la miseria, así como vanaglorian efemérides de la transculturización, con su carga ambigua y desconcertante, de la identidad sacrificada en las hogueras paganas anglosajonas del Halloween; paralelo a esto la religiosidad tramoyista, como espectáculo, constituyen el gran arsenal estupidizante en la formación cultural política Dominicana., hay así me declaró como un Antonio López, en el imaginario pesimismo dominicanografo.
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