El efecto sociológico del nacimiento de Jesús
En el mundo occidental celebramos el nacimiento de Jesús, también podemos decir que una minoría en otros lados del mundo celebra el nacimiento de Jesús. Este evento dividió la historia en un antes y en un después. Cuando los escritores y documentos antiguos se refieren a fechas, a personas y a los imperios del pasado, nos dejan saber si fue antes de Cristo (a. C.) o después de Cristo (d. C.)
Indiscutiblemente, el nacimiento de Jesús nos ha marcado a todos, no importa si somos católicos, protestantes, ortodoxos, agnósticos; nos tocó a todos, sin importar nuestra procedencia geográfica, nuestra clase social, nuestra profesión o vocación que hemos desempeñado. Sí, nos marcó; ese nacimiento nos dejó una agenda, un camino con disyuntiva y con incógnitas que no sólo se resuelven con informaciones científicas o antropológicas.
El nacimiento de Jesús incorpora elementos neurálgicos de la sociedad, elementos que confrontan al ser humano; al nacer Jesús se crea un desgarre en el diafragma de la sociedad, se crean celos por el poder, se generan conflictos políticos, se inicia una persecución y muertes a niños indefensos; así es, es que al nacer Jesús, sociológicamente hablando, genera y deposita en la mente del ser humano un nuevo paradigma que nos impulsa a vivir un estilo de vida basado en el amor, la justicia, la equidad y la integridad.
El nacimiento de Jesús hoy se celebra con uvas, con pasteles, con cerdos asados, con regalos, con música y fuegos artificiales; sin embargo, el nacimiento de este “niño” Jesús es más que eso; ese niño que generó un paradigma eterno, no es un simple niño, es un modelo a seguir, un modelo de cambio social y espiritual. El nacimiento de Jesús no fue un accidente ni un error histórico, fue una respuesta a la caída del ser humano, nace como una vacuna ante una pandemia sin rostro y sin piedad. Jesús el hombre, es una disyuntiva que deberíamos investigarla y analizarla como una respuesta sociológica al caos político que reina en la República Dominicana. Y Jesús el Dios, es una respuesta eterna y existencial para aquellos que vemos esta vida como una antesala de la eternidad. Debemos recordar que la política y la religión son las dos esferas más sensibles, y ambas se retroalimentan; además, religión y política son las dos turbinas que mueven todo el cuerpo de la sociedad.
Jesús no fue un simple niño, nació para gobernar, para trastornar, para confrontar; nació para establecer orden en las estructuras de la sociedad. Jesús debería nacer en el congreso, en el medio ambiente, en la familia, en la economía, en la educación; Jesús es un paradigma de transformación y de vida. Jesús es más que templo, Jesús es la justicia personificada, el amor hecho carne. ¡El es la navidad!
Celebramos la navidad para recordar el Dios que se hizo hombre, se humanizó para que tú y yo pudiésemos vivir como El vivió. ¿Cómo vivió Jesús? Jesús no aceptó sobornos, Jesús no aceptó políticos corruptos, no aceptó personas que usan sus riquezas para manipular a los demás. Jesús en esta sociedad es raro, es diferente; es luz para una nación como la nuestra que vive en oscuridad política.
Jesús es esperanza para aquellos que perdieron la confianza en los partidos tradicionales. Jesús es un buen congresista porque nos representa sin comprarnos. Si realmente seguimos a ese Jesús debemos de vivir como el vivió. Seguir a Jesús no sólo es cerrar los ojos y tomar la comunión, es dar nuestro ser, compartir nuestros bienes, usar nuestra intelectualidad para el bienestar social. Jesús no fue de derecha ni de izquierda, Jesús trascendió las ideologías.
Jesús es una repuesta real, es una verdad sociológica que genera orden y equidad; además, nos resuelve el conflicto existencial y de la muerte. Esa es la navidad, ese es El Niño Jesús.
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