Panorama político en la reelección de Trump y estrategias conservadoras
En los Estados Unidos no hay caudillos, pero el derecho que ostenta el mandatario, para optar por la reelección, conlleva a que se comporten como tal, y más cuando se trata de Señor Donald Trump. Un ególatra y fascista, con una naturaleza narcisista.
Ya están cerca las elecciones presidenciales en Estados Unidos y con ello, como suele ser habitual, la posibilidad que suban y estalle la tensión de conflictos y guerra, la intensificación de otras, alguna agresión vía un atentado directo o de bandera falsa, es la cultura pragmática de la política exterior de influir en lo interior, y como no citar al filósofo Italiano Terencio: «Nada humano me es ajeno».
Este es el panorama que amenaza a algunos países del mundo como: Irán, Venezuela, Corea del Norte, Rusia, China, principalmente, enfrentados a la Administración Trump y la política belicista características de los gobiernos norteamericanos.
Una realidad con hechos concretos, implementados y con efectos visibles tales como: la intensificación de sanciones contra los mencionados gobiernos y pueblos, catalogados como un “peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos” o como “una amenaza inusual” con acciones violatorias del derecho internacional.
Sumando, además, el apoyo que otorga Washington a los crímenes sionistas contra el pueblo palestino y la monarquía saudí contra el pueblo de Yemen.
En el caso específico de la llamada “política de máxima presión” contra la República Islámica de Irán, esta es una de las líneas centrales de la política exterior estadounidense, implementada al amparo de la violación por parte de la Casa Blanca, del Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés) que el pasado 14 de julio cumplió 5 años desde su firma en Suiza.
Máxima presión que implica sanciones económicas, tecnológicas, financieras, sanitarias, congelamiento de bienes de la nación persa y la amenaza de impedir el levantamiento de las sanciones en el campo militar, que debe terminar el próximo mes de octubre pero que en manos de Trump se ha convertido en una presa electoral para satisfacer al complejo militar-industrial, que necesita para su desarrollo y posibilidades de venta de armas, que el mundo esté en constante desestabilización.
Lo sintomático, es que además de las sanciones unilaterales que lleva a cabo contra Irán, Estados Unidos impulsa que sus aliados, en específico los países europeos firmantes del JCPOA: Francia, el Reino Unido y Alemania también se sumen a esa política de máxima presión, so pena de sufrir ellos también las medidas coercitivas de una administración cuestionada internacionalmente por las malas políticas contra el Coronavirus, la mas de 150 mil estadounidenses fallecidos, las violencias y violaciones de los derechos humanos producto de la discriminación racial y el las genocidas acciones contra los inmigrantes.
En el caso de la Federación Rusa, la presión contra la nación euroasiática se expresa de múltiples formas, donde la más peligrosa es la militar. Esto, a través de la exigencia que hace Washington a sus socios europeos, agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para que aumenten el gasto de su PIB al 2 % antes del año 2024 y que posteriormente se incremente hasta un 4 %.
Ya 15 países de un total de 29 que conforman la Unión Europea han señalado que subirán su porcentaje del PIB como lo demanda Estados Unidos. Esto, con el objetivo de fortalecer a la OTAN que implica, medularmente, el aumentar la compra de armas, equipos y sistemas de seguridad estadounidenses.
Donald Trump ha sido categórico con los países europeos, en obligarlos a asumir ese mayor costo económico, incluso con la decisión de disminuir, un porcentaje importante, los efectivos militares estadounidenses acantonados en Alemania, que implica pasar de 35 400 tropas a 25 000 soldados, que serían trasladados a Polonia, parte de la estrategia de presión contra Rusia.
Lo consignado es un objetivo planteado, sin remilgos, por el jefe del Pentágono, Mark Esper, quien ha hecho llamados permanentes a sus socios europeos, para fortalecer la OTAN con el objeto de “disuadir a Rusia y así potenciar a nuestros socios como esperamos”, objetivo que implica la mejora de las capacidades de combate de la OTAN que debe asegurarse con la contribución de la menos el 2 por ciento de su Producto Interior Bruto destinado a la defensa.
Hemos progresado mucho en eso en los últimos dos años, pero hay que hacer más”, afirmó Esper, quien no ha escatimado esfuerzos por conseguir que el cerco contra la Federación Rusa se incremente, a través de fronteras militarizadas y el esfuerzo destinado a lograr un enfrentamiento más directo entre Rusia y Ucrania a través de provocaciones territoriales y suma de sanciones apelando al supuesto apoyo de Moscú a los movimientos separatistas del este ucraniano que en un 90 % son rusoparlantes.
Mike Pence, como secretario de Defensa de Trump, ha delineado una política que contempla tanto a la Federación Rusa como a la República Popular China, como peligros para Estados unidos y el mundo. “Cada vez está más claro que Rusia y China quieren perturbar el orden internacional mediante el veto de las decisiones económicas, diplomáticas y de seguridad de otros países”.
En el caso específico de la nación norteamericana, Pence consigna que los gobiernos de Putin y Xi Jinping son un peligro para la defensa, economía y seguridad y que tal peligro debe ser contrarrestados. China es considerada un peligro en materia comercial y tecnológica, lo que explica las decisiones contra la empresa Huawei, las acusaciones de guerras cibernéticas que Pekín habría impulsado contra Estados Unidos y la guerra arancelaria y económica iniciada por Washington desde junio del año 2018.
En la misma zona asiática, con relación a Norcorea, Estados unidos incrementa su presión militar enviando aviones espías, al mismo tiempo que trata de mostrar una cara amable, llamando a un diálogo al gobierno de Kim Jong-un que ha resultado vano.
Como apoyo a esta política de presión contra Corea del norte, Washington se vale también del Reino Unido, que, para no ser menos, a principios de julio colocó en su lista negra de personas y entidades sancionadas, a la Oficina del Ministerio de Seguridad del Estado y la Oficina Correccional del Ministerio de Seguridad Popular haciéndose parte de la política hostil del Gobierno de Trump.
Un conflicto que también tiene elementos de tensión militar, sobre todo cuando la referencia es el Mar de la China, al Península coreana y las presiones que Washington ejerce con ayuda de sus aliados de Australia, Japón y Corea del Sur.
Que fundamentalmente busca los apoyos de Washington a los grupos opositores en Hong Kong, acusando a China de afanes expansionistas y de acosar a la región administrativa especial mediante la imposición de una ley que castiga los actos considerados de sedición lo que determinó que Washington le quitara a Hong Kong, el tratamiento preferencial en materia económica.
Mientras en nuestro patio trasero, denominado Latinoamérica, no es para menos la situación política contra Venezuela y Nicaragua y Cuba, denominado el triángulo del mal en América Latina, pesé a que han tenido derrota importante en los últimos años. Caso México y Argentina. No obstante, han logrado derribar de manera engañosa y no convencional los Gobiernos de Bolivia, Uruguay, que ahora forman parte y refuerzan el cartel de Lima.
Más la reciente Victoria obtenida en la República Dominicana, con un candidato pupilo de Washington, que tomará posesión el 16 de agosto, con una agenda precisa, en cuanto a políticas exterior, en común con Estados Unidos.
Tal como decía el comandante Hugo Chávez; Amor con Amor se paga. Parodiando la canción, nadie puede esperar lo contrario, después que los Estados Unidos, preparan el escenario para que el PRM desplazará al PLD, en la República Dominicana.
Sin lugar a dudas, las campañas electorales de Donald Trump, traerán muchas acciones negativas, sobre el panorama político, económico, y social, de los países no alineados con Washington.
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