No se puede seguir echándole la culpa a la sequía, si no se es capaz de adaptarse al cambio climático y a estos eventos recurrentes. Ríos importantes como el Yaque del Norte, El Yaque del Sur, El Yuna y otros están siendo seriamente maltratados en sus entrañas y la falta de agua es el resultado.
El Estado y la sociedad tienen que hacer una discusión seria sobre este problema que está poniendo en juego la seguridad alimentaria, el suministro de agua a las sedientas poblaciones humanas y nuestra estabilidad y supervivencia como nación. En vez de lamentarnos cada vez que hay una sequía, tenemos que prepararnos ahora haciendo los cambios que sean necesarios si no queremos sucumbir como país.