
El territorio como modelo de transición socio ecológica.
El Eco Teatro y el Salón Girasoles del Jardín Botánico de Santiago eran acariciados por las tibias brisas de noviembre, como si la naturaleza misma se dispusiera a servir de escenario a un debate que ya desbordaba fronteras. Entre la luz que se filtraba por los ventanales y el rumor de las hojas, comenzó a tomar forma el Seminario Internacional “Alternativas al Desarrollo: Voces, experiencias y saberes para la transición social-ecológica”, convocado y coordinado por el Centro Integral para el Desarrollo Local (CIDEL), auspiciado por la Fundación Friedrich Ebert, Ciudad Alternativa, el CIPAF y el acompañamiento de Guakiambiente, PNUD-PPS y PALERO Eco Aventura.


Un seminario para cuestionar los límites del desarrollo
Durante tres días, especialistas, académicos y líderes de América Latina y el Caribe levantaron una reflexión profunda, urgente y sincera sobre el modelo de desarrollo que lleva a la humanidad a un borde frágil, casi quebradizo. Fue en ese contexto donde el argentino Pablo Bertinat, con voz serena pero contundente, pronunció la frase que pareció atravesar el aire como un presagio: “El modelo actual de desarrollo ha llevado al planeta a un punto crítico”. “El gran desafío de nuestra época —dijo— es aprender a vivir con menos energía y menos recursos, con justicia y equidad”.
A partir de sus palabras, la reflexión se volcó hacia la búsqueda de caminos posibles: respuestas colectivas, culturas solidarias, producción responsable, energías limpias y territorios que se cuidan a sí mismos.
Durante las jornadas la académica caribeña Jacqueline Laguardia Martínez del Instituto de Relaciones Internacionales de The University of the West Indies, alertó sobre la creciente desigualdad ambiental en el Caribe insular y la urgente necesidad de respuestas sociales y estatales integrales, advirtió que el cambio climático acentúa desigualdades históricas.
Michaela Izzo, de Guakiambiente compartió experiencias de adaptación comunitaria ante los impactos climáticos, además de la experiencia del esfuerzo realizado para acompañar a comunidades como Palero para impulsar alternativa para un desarrollo comunitario sostenible.
Pero la reflexión no se quedó entre paneles y conferencias. Al concluir el intercambio académico, los participantes emprendieron un recorrido vivencial hacia un territorio donde las alternativas no se discuten: se practican.
Así nació una travesía que llevó a investigadores, activistas y académicos a las montañas de Palero, en Cenoví de Toma, municipio de Monción, Santiago Rodríguez. Allí, la comunidad ha construido un modelo de turismo eco-comunitario que hoy es referencia nacional.
Para Alfredo Matías, director ejecutivo de CIDEL, el seminario tenía una misión: “Tender puentes entre el conocimiento académico y la vida cotidiana de quienes sostienen los territorios”. “Este seminario busca fortalecer la articulación entre comunidades, universidades, gobiernos y organizaciones, para promover alternativas eco–sociales desde nuestra realidad caribeña”, expresó al subrayar que la crisis ecológica golpea con mayor fuerza a territorios rurales y urbanos vulnerables.

De la palabra a la montaña: La visita a Palero y los ríos Cenoví-Cenovicito y la hidroeléctrica que ilumina el futuro.
El miércoles en la tarde, los participantes emprendieron una visita de campo hacia una de las experiencias más inspiradoras de desarrollo comunitario en el país: el proyecto Palero Eco Aventura, en Cenoví de Toma, municipio de Monción, provincia Santiago Rodríguez. Un territorio en el que la naturaleza no es solo paisaje: es fuente de energía, identidad y resistencia.
Los Soñadores: Acampar donde la comunidad imagina su futuro
La jornada aterrizó en Casa de Campo Los Soñadores, un espacio privado construido por la misma comunidad y sus jóvenes organizados, donde el turismo rural se mezcla con la educación ambiental y las actividades para acampar.
Allí se levanta un modelo de desarrollo hecho a pulso: cancha, parque comunitario, miradores estratégicos y senderos interpretativos que hoy simbolizan orgullo y oportunidades para decenas de familias.
La hospitalidad fue tan abundante como las montañas que la rodean. En la mesa, platos tradicionales y sazones locales recordaban que la cultura también es un recurso a proteger y acompañado de té y café disfrutar de la tambora, güira y el acordeón, donde el talento local a ritmo del contagioso baile nos recordaba lo maravilloso de nuestra cultura, expresada en nuestro merengue.
El jueves, después de un delicioso desayuno, la travesía comenzó en el corazón del bosque húmedo, donde el agua de los ríos Cenoví y Cenovicito revela su fuerza y se abrazan en una confluencia cristalina, un espectáculo natural como solo lo sabe brindar la madre naturaleza. Allí, los guías comunitarios relataron la historia de la hidroeléctrica comunitaria, construida gracias al esfuerzo colectivo y al liderazgo de figuras claves de la comunidad que, con persistencia de montaña, impulsan los proyectos que hoy sostienen la transformación local.
Marcial Collado, líder comunitario, expresó con orgullo el valor de este logro: “Esto no fue fácil. Aquí la comunidad trabajó día y noche. Subimos materiales, abrimos caminos y aprendimos juntos. La hidroeléctrica no es solo energía: es esperanza”.
La siguiente visita fue la senda que conecta hacia el Pico del Gallo, acompañados por el sonido suave del agua y la sombra protectora de los bosques nativos. Cada paso evidenciaba una lección de sostenibilidad: la energía que ilumina a las familias proviene del mismo río que irriga los cultivos agroforestales de café, refresca el ecosistema y el líquido vital que se une al río Mao para llegar a la presa de Monción y luego irrigar, iluminar y saciar la sed de toda la línea noroeste.

El Café de Doña Blanca y la tradición artesanal
En la comunidad, los visitantes hicieron una parada especial: el Café de Doña Blanca. Entre pilones, la pailas tostadoras y colador de tela y risas familiares, los participantes experimentaron el proceso artesanal del café, desde el grano rojo recién cortado hasta la infusión caliente que aromatiza la casa y endulza el paladar. Esta experiencia improvisada mostró —sin discursos— la importancia del conocimiento local, la agricultura limpia y la economía comunitaria como pilares de un desarrollo que no destruye, sino que fortalece la vida cotidiana de la gente.





Una comunidad que avanza con aliados estratégico y visión de futuro.
Los jóvenes de Palero Eco Aventura, acompañados por Guakiambiente, han ganado proyectos nacionales e internacionales para fortalecer su ecoturismo comunitario, mejorar infraestructura y promover la conservación ambiental.
Michela, representante de Guakiambiente, lo resumió así: “Aquí hay una juventud que no espera que el futuro llegue: lo está construyendo. Nuestro papel es acompañarlos, fortalecer capacidades y ayudar a que sus proyectos crezcan sin perder su esencia comunitaria”.
Gracias a este trabajo y al respaldo de organismos nacionales e internacionales, Palero ha logrado financiamiento para fortalecer su oferta turística, mejorar infraestructura y convertirse en una escuela de Eco-educación permanente.
Durante el recorrido, el presidente de la Fundación Ecológica Tropical (FUNDETROP), Reyes Bourdierd, expresó que lo visto en Palero constituye un modelo que debería replicarse en toda la región:
“Esta comunidad ha demostrado que la organización local puede mover montañas. La hidroeléctrica, los senderos, el turismo, el café artesanal: todo nace del amor profundo por la tierra. Palero es una lección viva para el país”.
Esta eco visita articulada con CIDEL, la Fundación Friedrich Ebert y otras organizaciones, demuestra que la transición socioecológica no es solo un concepto académico: es una práctica viva en las lomas que rodean Monción.
El Seminario Internacional “Alternativas al Desarrollo: Voces, experiencias y saberes para la transición social ecológica” no terminó en el Jardín Botánico: continuó su diálogo en el murmullo del Cenoví, en la energía de la hidroeléctrica, en el café recién tostado y en la mirada firme de una comunidad que construye futuro desde abajo.

Al caer la tarde, mientras los visitantes regresaban desde las montañas hacia la ciudad, quedó claro que el seminario y la visita formaban parte de un mismo mapa. La teoría discutida en el Jardín Botánico encontró su verdad en los ríos de Palero; los paneles académicos se reflejaron en los rostros de quienes construyen soluciones desde el territorio; la transición eco–social dejó de ser concepto y se volvió experiencia.
Y allí, en ese cruce entre pensamiento y vivencia, quedó un mensaje que resonó como el agua de la montaña: los caminos hacia un desarrollo justo y sostenible ya existen… y nacen, casi siempre, del corazón de las comunidades.
Lo que comenzó como un debate académico terminó convirtiéndose en una demostración palpable de que otro modelo de desarrollo no solo es necesario: ya está en marcha, pequeño pero poderoso, en lugares como Palero, donde la organización comunitaria ilumina —literal y simbólicamente— las montañas del noroeste dominicano y los jóvenes soñadores esperan por ti para una próxima visita y para que otros rincones del país emulen su esfuerzo y de esta manera construir junto el país que soñamos.
