La UASD: más allá del ruido y las provocaciones.

La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) ha sido, por casi cinco siglos, el principal espacio del país para el pensamiento libre, el debate académico y la movilidad social. No es una universidad cualquiera: es la academia del Estado dominicano, abierta a todos, sin importar condición social, ideológica, religiosa o color de piel. En ella caben todos, desde el estudiante que tarda décadas en graduarse por razones propias del estudiante, hasta el que completa varias licenciaturas y maestrías en tiempo récord.
Mi alma máter no es un espacio de restricción; por el contrario, como universidad del Estado, está abierta a todos. En ella deben tener cabida incluso aquellas carreras que, por razones económicas o de mercado, no resultan rentables para las universidades privadas. En la UASD deben impartirse, porque responden a necesidades fundamentales del Estado y de la sociedad.
En los últimos días se ha generado cierta conversación pública en torno a un incidente ocurrido en la universidad con un dirigente político. Más allá del hecho en sí, conviene analizar qué hay detrás de esta polémica y cómo algunos intentan manipular la imagen de la universidad más importante del país.
Lo primero que debe entenderse es que toda actividad en la UASD sea académica, cultural o política, sigue protocolos institucionales como en cualquier otra institución pública o privada. Ninguna persona, sea estudiante, profesor o político, puede simplemente “llegar con bocinas o altoparlante y hablar”. Si un influencer partidista, como la persona en cuestión, quiso realizar un acto o “debate” dentro del campus, debió canalizarlo a través de los mecanismos institucionales adecuados. No hacerlo es una falta de respeto a la institución y a sus normas.
En la UASD se permite el debate de ideas, no la propaganda partidista. Por más afinidad que tengan algunas organizaciones estudiantiles con partidos políticos, tales como la VED, FESD, GEI, FJD, CE, FEFLAS, UNER, FELABEL, PE, MIEL, JUPANA, MED, MIVER, RED, FERP, CREA, FEL, en el campus universitario funcionan dentro de estructuras propias, con reglas internas y sin símbolos partidarios. Por eso resulta insólito que un dirigente de un partido político externo intente usar el campus para promover su agenda personal.
La UASD no es lo que intenta vender Fernando Abreu para alcanzar aplausos mediáticos de los detractores de la academia. Nuestra universidad no es un espacio para “buscar sonido” ni para protagonismos vacíos, sino un lugar donde el pensamiento crítico y la diversidad de ideas forman parte esencial de su identidad y misión como ecosistema académico más completo del país.
Como estudiante, siempre fui crítico de las posturas dogmáticas, y hoy, como profesor, les insisto a mis alumnos que mis aportes, ideas y opiniones no tienen que ser las suyas. Mis palabras no son verdades absolutas, sino el resultado de mis investigaciones y convicciones personales; y donde yo investigué, ellos también pueden hacerlo para construir sus propias conclusiones. Estoy convencido de que esta es también la visión y la misión de todos los docentes de nuestra universidad: cultivar el verdadero espíritu uasdiano, basado en el respeto, la confrontación de ideas y la formación intelectual.
Por eso, más que caer en provocaciones o en campañas que buscan caricaturizar la realidad universitaria, debemos defender a la UASD desde adentro, con argumentos sólidos, decencia y rigor académico. La universidad no se fortalece respondiendo ataques mediáticos, sino reafirmando su compromiso con la verdad, la investigación y el pensamiento crítico. La defensa de la UASD no se hace con gritos ni titulares, sino con ideas, con docencia de calidad y con el ejemplo de quienes la honran cada día desde las aulas, los laboratorios y los espacios de debate.
Si el señor Abreu desea debatir, que lo haga donde corresponde: en los foros intelectuales de la Primada de América, como por ejemplo “24 horas de Filosofía”, o en cualquiera de los muchos espacios donde se discuten con seriedad los grandes temas del país. Allí podrá comprobar que, entre los más de tres mil profesores y casi doscientos mil estudiantes, hay miles de mentes que lo superan ampliamente en capacidad crítica y profundidad de pensamiento. Esa es la verdadera fuerza de la UASD: su capital humano, su vocación por el conocimiento y su defensa inquebrantable de la libertad académica.
En todo caso, esta no es, ni será, la primera vez que veremos detractores intentando manchar nuestra alma máter. Ya lo han hecho en otras ocasiones y lo seguirán haciendo en el futuro, pero siempre estaremos preparados desde adentro para enfrentar con las ideas si la circunstancia así lo amerita, y con piedras y con palos si es necesario, porque esta es la única vía del pueblo dominicano para ascender socialmente y defender los valores de la ciencia y, con ella, de la humanidad.
La UASD sigue siendo el reflejo de la sociedad dominicana, con sus virtudes y defectos, pero también con su vocación de justicia, solidaridad y pensamiento crítico. No hay que rebajarse a quienes buscan pleitos para hacerse notar. Hay que desmontarlos con ideas, con razón y con la dignidad de quien pertenece a una institución que, desde hace 487 años, ha formado a los más nobles y brillantes hombres y mujeres de nuestra patria.
¡Esa es la verdadera UASD: la del Estado, la del pueblo y la de todos los dominicanos!
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