El Comité Noruego del Nobel ha consumado una de las más graves distorsiones de su historia al otorgar el Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, figura emblemática de la ultraderecha venezolana y promotora activa de la violencia política, la injerencia extranjera y la desestabilización institucional.

Esta decisión, impulsada por sectores del poder estadounidense, entre ellos el  secretario de Estado Marco Rubio, convierte al galardón en un instrumento de propaganda geopolítica, despojado de toda legitimidad ética y moral. El Nobel de la Paz, concebido por Alfred Nobel como “símbolo de fraternidad entre los pueblos y reducción de los ejércitos”, se usa hoy para premiar a quien defiende los crímenes del sionismo,  llama a la intervención militar extranjera y a las sanciones coercitivas contra Venezuela, violando su soberanía.

Machado no encarna la paz: su historial incluye el golpe de Estado de 2002, la firma del Decreto Carmona que disolvió los poderes públicos y la promoción de acciones violentas como “La Salida” (2014), que dejó decenas de muertos y heridos. Ha respaldado las “guarimbas” -movilizaciones insurreccionales con víctimas civiles, incluso personas quemadas vivas- y exigido sanciones económicas que empobrecieron a millones y provocaron migraciones masivas.

Entre las víctimas de esa violencia está Cirila Isabel Gil, asesinada tras los comicios del 29 de julio de 2024. El agresor, su vecino, un niño de 13 años, declaró haber actuado luego de ver en TikTok llamados a matar a chavistas. Cirila fue una de las 27 víctimas fatales de los ataques promovidos por sectores fascistas afines a la agenda de Machado, como los comanditos.

En años recientes, Machado ha sido señalada en planes terroristas y conspiraciones contra infraestructuras estratégicas -como el Complejo Gasífero de PDVSA en Monagas y el Complejo Hidroeléctrico del Guri- para generar caos y justificar una intervención militar. Todo ello ocurre mientras enfrenta procesos judiciales e inhabilitación política por su implicación en hechos violentos tras las elecciones de 2024.

Otorgar el Nobel de la Paz a quien ha solicitado abiertamente intervención militar de Estados Unidos e Israel, constituye una afrenta al espíritu pacifista que inspiró a Alfred Nobel y una burla a las víctimas de la violencia, la guerra económica y la injerencia imperial.

Denunciamos esta instrumentalización del Nobel de la Paz como herramienta de dominación y blanqueamiento ideológico del intervencionismo occidental en América Latina.

Frente a esta degradación moral del Premio, reafirmamos que la paz verdadera no se decreta desde Oslo ni se negocia en los despachos del Pentágono, sino que se construye desde la justicia social, la soberanía de los pueblos y la solidaridad internacionalista.

Los ganadores de la paz son el pueblo bolivariano junto al Gobierno que preside Nicolás Maduro que han derrotado las sanciones, hoy producen el 98 % de lo que consumen y la economía va en franco crecimiento.