La UASD Como motor de movilidad social en la República Dominicana

Opinión Jory López, Politólogo y docente de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
En la República Dominicana, hablar de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) es hablar de un verdadero patrimonio nacional. Con un alrededor de 180,000 estudiantes, miles de profesores y empleados, y una red que se extiende por más de veinte centros y subcentros regionales, la UASD no es solo una universidad: es la institución pública de mayor impacto social en nuestro país.
Su rol va mucho más allá de lo académico. La UASD es un puente de esperanza para miles de jóvenes de comunidades rurales, barrios marginados y familias trabajadoras que no tienen cómo costear una educación privada. Para ellos, la universidad pública suele ser la primera opción y en muchos casos, la única para alcanzar una carrera universitaria. Cada estudiante que cruza sus puertas encuentra la oportunidad de transformar su vida y la de su familia, convirtiendo la educación en una herramienta real de movilidad social.
La importancia de la UASD no se limita a la capital. Desde San Juan hasta Nagua, pasando por Santiago, Mao, Higüey, Hato Mayor, Barahona y tantas otras provincias, su presencia representa una alternativa concreta para que un joven pueda convertirse en médico, maestro, ingeniero, abogado o cualquier otra profesión, sin necesidad de emigrar. En ese sentido, la UASD no solo forma profesionales: teje lazos entre el conocimiento y el desarrollo local, aportando directamente al progreso de cada región.
Los frutos de esta labor están en todas partes. En los hospitales de provincia encontramos médicos egresados de la UASD; en las aulas de comunidades apartadas, maestros formados en sus salones; en los campos, agrónomos que ayudan a mejorar la producción; en los tribunales, abogados que defienden los derechos de los más vulnerables, etc. Cada uno de ellos lleva consigo la huella de la universidad pública, demostrando que sus aportes trascienden cualquier aula o edificio.
Pero la UASD es también mucho más que un lugar de estudios. Es un espacio democrático y diverso, donde se forman ciudadanos críticos, solidarios y responsables. Es un reflejo de la sociedad dominicana en toda su pluralidad, y la prueba de que la educación superior no debe ser un privilegio de pocos, sino un derecho de muchos.
Por eso, invertir en la UASD no debe verse como un gasto, sino como una inversión estratégica en el desarrollo nacional. Cada peso destinado a mejorar su infraestructura, fortalecer su docencia e investigación o ampliar su cobertura es un paso hacia una sociedad más equitativa, con más oportunidades y menos desigualdad.
Definitivamente, la UASD es la institución que mejor simboliza la lucha contra la exclusión social en la República Dominicana. Distinguir su valor, apoyarla y defenderla no es solo tarea de la academia, sino un compromiso que debe asumir toda la nación. Porque allí donde la pobreza cierra puertas, la Primada de América las abre; y allí donde la desigualdad excluye, la UASD se levanta como un faro de esperanza, justicia y equidad.
La UASD es, en esencia, la conciencia y el corazón de la nación dominicana.
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