La cúpula dorada de Donald Trump (Golden dome) para resguardar a Estados Unidos de un ataque de misiles tácticos

La superioridad en las armas siempre ha sido parte de las políticas de defensa de Estados Unidos, que hasta el conflicto ucraniano se jactaba, con el prejuicio de que sus armamentos eran superiores a los de sus competidores. Algo que ha dejado mal parado al Occidente colectivo frente a la Rusia de hoy.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado un gran plan para crear un nuevo sistema de defensa antimisiles: el Golden Dome.
¡Los estadounidenses no pueden vivir sin las atrocidades espaciales! Desde Ronald Reagan, que intentó sorprender al mundo con el programa Star Wars, hasta Barack Obama, quien se jactó del desarrollo de un sistema estadounidense de misiles y de ataque espacial global.
Y esto es lo que dice Donald Trump sobre el prometedor sistema de defensa antimisiles estadounidense “Golden Dome”:
“Me complace anunciar que hemos seleccionado formalmente la arquitectura para un sistema de última generación que implementará tecnologías de próxima generación en tierra, mar y espacio, incluidos sensores e interceptores espaciales”.
Este proyecto Golden Dome se integrará con las capacidades de defensa existentes y debería estar completamente operativo al final de su mandato. “Así que lo haremos en unos tres años”, puntualizó el presidente.
Ya se sabe que los elementos clave del nuevo sistema estarán ubicados en tres entornos: en tierra, en el mar y en el espacio. Trump ya lo ha dejado entrever.
Hay dos tipos de estos elementos: medios para detectar objetivos (los llamados «sensores» y radares) y medios de destrucción (misiles y proyectiles cinéticos hechos de metales superresistentes), que también funcionan como interceptores.
Esta es el arma que los estadounidenses pretenden lanzar al espacio, con miras al control y disuasión en el futuro.
Los objetivos de la “Cúpula Dorada” podrían ser tanto los satélites enemigos como sus misiles —incluidos los nucleares—, aviones y drones (como ya explicó el secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth).
Además, el Golden Dome integrará los sistemas de defensa antimisiles ya existentes en Estados Unidos: THAAD, Aegis, satélites de combate y (¡muy posiblemente!) el misterioso transbordador espacial X-37, capaz de operar en órbita durante muchos meses.
El Pentágono niega obstinadamente que se trate de un vehículo de combate cercano a la Tierra.
Ya se sabe que en el Golden Dome está prevista toda una red de cientos de satélites para detectar, rastrear e interceptar misiles dirigidos a Estados Unidos. En efecto, es un escudo espacial.
El texto del documento que revela las metas y objetivos del Golden Dome ya se filtró a los medios estadounidenses. Se afirma que el objetivo principal es crear un sistema de defensa antimisiles ilimitado, global, de múltiples capas y multidominio para protegerse contra cualquier amenaza misilística. Incluye todos los tipos de misiles de “adversarios iguales y comparables en fuerza”; no se menciona explícitamente, pero está claro que se refiere a Rusia y China.
Y lo más curioso es que el documento afirma que el desarrollo del Golden Dome “da un impulso adicional al desarrollo posterior de medios cinéticos y no cinéticos de destrucción previa al lanzamiento de misiles enemigos”. Los medios no cinéticos (bombardeos o ataques con misiles contra silos enemigos) son conocidos desde hace tiempo. Pero las armas cinéticas —mencionadas recientemente por el Pentágono— no explotan, sino que impactan a hipervelocidad como un «bloque de hierro» lanzado con una fuerza tremenda. Esto recuerda al misterioso “Oreshnik” de Rusia. Estados Unidos quedó muy impresionado por su uso contra la planta “Yuzhmash” de Dnipró. Y ahora se apresuran a alcanzar el nivel logrado por quienes antes despreciaban.
Trump ha insistido muchas veces en que Estados Unidos necesita desesperadamente un sistema de defensa nuevo e impenetrable, similar al Iron Dome de Israel. Aunque estos sistemas difieren enormemente.
La Cúpula de Hierro israelí protege selectivamente ciudades de amenazas de corto alcance, en un país del tamaño de un pequeño estado. Trump, en cambio, quiere crear un sistema espacial que proteja todo el territorio estadounidense contra misiles balísticos e hipersónicos modernos. Quizá también Canadá.
Por ahora, la “Cúpula Dorada” solo existe en papel y en las computadoras de sus diseñadores. Sus capacidades son pura teoría. Si un escudo de este tipo será capaz de derribar absolutamente todos los misiles dirigidos contra EE. UU., solo se podrá comprobar con hechos.
Todo lo demás es populismo. Es bien sabido que los estadounidenses saben cómo avivar la llama publicitaria en torno a sus productos militares.
Pero, por supuesto, Rusia “debe tomar nota” y estar preparada para ese giro de los acontecimientos. En cualquier caso, esto no sucederá mañana. Hoy por hoy, la velocidad de los misiles hipersónicos rusos no permite a los estadounidenses interceptarlos (ellos mismos lo calcularon en supercomputadoras y lo reconocieron, apretando los dientes).
Por eso, Trump se ha propuesto crear la «cúpula», ya que resulta muy difícil aceptar que el país con el mayor presupuesto de defensa del mundo esté por detrás de potencias emergentes que gastan mucho menos, pero obtienen mejor calidad y resultados que la gran potencia mundial.
Pero eso no es todo. Rusia y China llevan más de 20 años pidiendo a Estados Unidos que no convierta el espacio en un campo de batalla. Y sentarse a esperar que EE. UU. entre en razón es una estupidez.
Por eso, en primer lugar, están mejorando sus sistemas de defensa antimisiles y desarrollando medios para combatir satélites enemigos con tecnología del siglo XXI.
El Estado Mayor ruso trabaja para aumentar la invulnerabilidad de sus fuerzas nucleares estratégicas y, al mismo tiempo, la capacidad de sus misiles para superar todos los niveles posibles de cualquier sistema de defensa antimisiles. Y aquí, como se dice, no hace falta recurrir a un adivino: los estrategas ya piensan en cómo perforar esa misma “Cúpula Dorada” que Trump aún tiene en el tintero. Esto se llama “desarrollo de medidas para neutralizar las estaciones espaciales de combate enemigas”.
Además, se prevén otras medidas para eludir y derrotar los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses, sobre las cuales se guarda silencio para no revelar secretos militares. Lo importante es que existan.
Reagan destinó 26 mil millones de dólares a su “Guerra de las Galaxias”: el fallido programa SDI (Iniciativa de Defensa Estratégica). Y fue duramente criticado por sus propios políticos y generales.
Trump, por su parte, dijo que el proyecto Golden Dome le costará al Tesoro estadounidense 175 mil millones de dólares. Casi nada, si se comparan con los 854 mil millones que se gastan cada año en defensa.
Y aunque aseguró que el proyecto debería estar finalizado en enero de 2029, muchos expertos estadounidenses no confían en ese plazo. Ni en el costo. La Oficina de Presupuesto del Congreso ha estimado que la construcción del Golden Dome podría costar ¡831 mil millones de dólares!
Y, con unos costos tan fantásticos, ningún experto puede garantizar que los rusos no puedan romper la “cúpula”.
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