El periodista de trayectoria se merece respeto

Por José Armando Toribio
Santiago de los Caballeros-En una época marcada por la inmediatez, las redes sociales y la banalización de muchas profesiones, el periodismo no escapa a los embates del irrespeto y la desvalorización. Sin embargo, hay una verdad que no podemos permitir que se pierda entre el ruido: el periodista de trayectoria se merece respeto. No solo por los años que ha dedicado a ejercer este noble oficio, sino por el compromiso que ha demostrado con la verdad, la ética y la sociedad.
A lo largo del tiempo, muchos periodistas han enfrentado censuras, amenazas, precariedades y hasta riesgos de muerte, por el simple hecho de cumplir con su deber: informar con responsabilidad y valentía.
Han sido testigos de la historia, cronistas del presente y constructores de memoria colectiva. Su experiencia no es un dato anecdótico, es un legado vivo que enriquece y fortalece el periodismo actual.
Respetar a un periodista con trayectoria no significa idolatrarlo sin criterio, sino reconocer con justicia el valor de sus aportes, la coherencia de sus principios y la firmeza con que ha sostenido su vocación, incluso en momentos difíciles. Su recorrido sirve de guía a las nuevas generaciones, que encuentran en él o ella un referente de credibilidad, rigor y pasión por la comunicación.
Resulta doloroso y hasta indignante ver cómo algunos profesionales de larga data son objeto de burlas, ataques injustificados o campañas de descrédito, con el resentimiento o el simple deseo de hacer daño. ¿A qué se debe tanta desconsideración? ¿Qué ganamos como sociedad cuando ignoramos o maltratamos a quienes han contribuido con tanto esfuerzo al fortalecimiento del derecho a la información?
En tiempos donde la desinformación abunda y el trabajo periodístico es constantemente subestimado o puesto en duda, es más urgente que nunca defender y valorar a quienes han consagrado su vida al servicio del pueblo a través del periodismo. Porque cuando se respeta al periodista de trayectoria, también se respeta la historia, la libertad de prensa y, en última instancia, la democracia.
Quienes pertenecemos a las nuevas generaciones —los llamados “millennials”— tenemos la responsabilidad de seguir construyendo sobre esos pilares sólidos que ellos han levantado. Debemos dar lo mejor de nosotros, formarnos, innovar y adaptarnos a los tiempos. Pero también debemos exigir respeto, condiciones dignas y espacios de crecimiento. Seamos la voz de los necesitados, pero también defendamos nuestra voz. Porque si no trabajamos para ser mejores, nunca podremos aspirar a un mejor periodismo.
El camino del periodismo es duro, sí, pero también es profundamente humano, transformador y necesario. Y quienes han caminado ese sendero con integridad merecen algo más que un aplauso ocasional: merecen nuestro respeto, nuestra gratitud y nuestra defensa permanente.
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