La farsa narrativa de la derecha fascista internacional contra la revolución bolivariana de Venezuela
Por Henry Polanco
Desde la elección del comandante Hugo Chávez en 1998 y la continuidad de su legado por el presidente Nicolás Maduro, la Revolución Bolivariana ha adoptado una política de independencia energética y una redistribución significativa de la riqueza petrolera hacia programas sociales.
Esta orientación fue un desafío a los intereses de las corporaciones multinacionales y del gobierno estadounidense, acostumbrados a un acceso casi irrestricto a los recursos naturales de América Latina y particularmente de Venezuela, así, como un duro golpe a la oligarquía social del punto fijismo, qué por décadas se acostumbro, a los beneficios y placeres, de la riqueza del petróleo venezolano, gobernando con títeres de la política estadounidenses.
La Revolución Bolivariana no solo implica un cambio en la administración de los recursos naturales, sino una reestructuración profunda de la economía y la sociedad venezolana, ha sido el único proyecto político del siglo XXI, que giro la doctrina colonialista de las Américas, qué se fomentaban desde el canal de Panamá, para el resto del continente.
La narrativa de la defensa de la democracia ha sido una herramienta poderosa en las manos de las potencias occidentales, especialmente de Estados Unidos.
Esta narrativa se presenta como una preocupación por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Sin embargo, en la práctica, esta narrativa ha sido instrumentalizada para justificar intervenciones y desestabilizaciones en países cuyos gobiernos no se alinean con los intereses hegemónicos del imperiales de Washington.
La narrativa de la democracia también se despliega en el ámbito de la información y la propaganda. Las redes sociales, las plataformas digitales y los canales de noticias internacionales se utilizan para difundir mensajes que buscan crear una percepción negativa del gobierno del presidente Nicolás Maduro, y del proyecto bolivariano.
Esta guerra de información es parte integral de la estrategia de desestabilización, diseñada para influir tanto en la opinión pública interna como en la internacional. Los informes sesgados, las noticias falsas y las campañas de desinformación son herramientas utilizadas para amplificar la narrativa de la crisis y simulando una represión, contra los valores de la interpretación de democracia del liberalismo de Washington, inculcado al neoliberalismo, de Milton Friedman.
Y así, llegaron las ilegales y abusivas sanciones económicas impuestas a Venezuela, que han sido justificadas bajo el pretexto de promover la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, estas sanciones han tenido un impacto devastador en la economía venezolana. Para tener una idea de la magnitud hoy Venezuela sufre 936 sanciones económicas, el daño patrimonial ocasionado por estas sanciones llega a 642,000 mil millones de dólares, mas los robos de las reservas y empresas histórica filial de PDVSA, depositados en Bancos norteamericanos y europeos, bajó el sistema de New Deal.
Es crucial entender que estas acciones no solo buscan desestabilizar políticamente a Venezuela, sino también forzar un cambio de gobierno mediante golpe de Estado que permita a Estados Unidos y sus aliados acceder a los recursos energéticos del país, así Forzaron en Brasil, en Perú, ha puesto una usurpadora, y así, han logrado cambios de régimen en otros países, Argentina, el Salvador, pero en Venezuela ha fracasados por 25 años, pesé al peor ataques, golpes de Estados, y presión en sanciones económicas, ilegales y unilaterales, sin aval del Derecho internacional.
La campaña terrorista promovida por la derecha fascista, apoyada por Washington, es una extensión de esta estrategia. Bajo la fachada de la lucha por la libertad y la democracia, estas fuerzas buscan crear un caos interno que justifique mas sanciones económicas. Este patrón no es nuevo; ha sido utilizado repetidamente en diferentes contextos a lo largo de la historia de la revolución bolivariana, y así en otras naciones, donde hoy reína el cao, y la pesadilla, qué hablar de Libia, medio oriente, Ucrania, Afganistán, que después de veinte años salieron huyendo de los talibanes.
Para comprender plenamente la hipocresía del discurso estadounidense sobre la democracia en Venezuela, es útil considerar el doble estándar aplicado en otras partes del mundo. Estados Unidos ha apoyado y continúa apoyando a regímenes autocráticos en regiones donde sus intereses estratégicos están asegurados, así, como depostismo Facista de derecha, y sembrando el cao económico en América Latina.
La campaña de la derecha fascista en Venezuela, caracterizada por actos de violencia y terrorismo, no es una lucha por la libertad, sino una táctica de guerra híbrida destinada a desestabilizar al gobierno y abrir camino a la intervención extranjera. Esta campaña se beneficia del apoyo logístico, financiero y mediático de actores externos que buscan un cambio de gobierno favorable a sus intereses.
La resistencia de la Revolución Bolivariana, sin embargo, ha demostrado una capacidad heroica para resistir estos embates, manteniendo la estabilidad interna y el control de los recursos estratégicos del país.
La reelección del presidente Nicolás Maduro el 28 de julio de 2024 es una afirmación de la voluntad del pueblo venezolano de continuar con este proyecto de soberanía y justicia social. A pesar de las dificultades económicas y las presiones externas, la Revolución Bolivariana ha logrado mantener una base de apoyo significativa. Este compromiso con la justicia social y la redistribución de la riqueza es lo que realmente molesta a los intereses extranjeros que buscan explotar los recursos del país para su propio beneficio, y así también Gritan Fraudes.
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