Tierras raras en República Dominicana: un comentario diferente.
Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL
“Tierras raras” es el nombre común con que han sido designados 17 elementos químicos que son esenciales en la fabricación de productos tecnológicos y armamentos.
El desarrollo de la informática se ha facilitado con la existencia de estos elementos. Esto incluye la construcción de los más modernos dispositivos médicos y la inteligencia artificial que está en pleno apogeo de desarrollo. También han facilitado la fabricación y el desarrollo de las armas más destructivas que actualmente están siendo utilizadas en diferentes regiones del mundo.
Desde hace varios años se vienen publicando artículos y opiniones acerca de la existencia de tierras raras, en diferentes zonas geográficas de la República Dominicana y de Haití.
En nuestra opinión, no hay ninguna duda de que en esta tierra bendecida por Dios están contenidos la mayoría, quizás todos, los 17 elementos que son conocidos como tierras raras. Y es de esperar que, de algunos de ellos haya suficientes cantidades como para ser extraídos y comercializados, con un margen de beneficios capaz de aumentar el tamaño de la economía dominicana.
Como profesionales de la química sabemos que muchos elementos suelen estar combinados o formando mezclas. Esto significa que, desde hace muchos años las transnacionales mineras han podido estarse llevando lingotes con contenidos de elementos no declarados.
Esto hace que, a más de 500 años de la llegada de Cristóbal Colón, los nativos de estas tierras siguen dependiendo de los europeos y sus descendientes, en materia de explotación económica de los recursos naturales.
Hay que evaluar la conveniencia y beneficios reales que ha supuesto, y que supone, la explotación del oro en Bonao y Cotuí. Que se haga un estudio “soberano” sobre los beneficios para la población dominicana en general, y los daños que se les han causado al agua, a los bosques, y a los habitantes afectados directa e indirectamente por esa explotación minera.
Lo que se quiere decir es que, ya es hora de que alcancemos un mayor grado de soberanía. ¿Cuándo seremos capaces de extraer y comercializar nuestro oro? ¿Por qué las carreras de ciencias e ingenierías vinculadas a la explotación minera no son prioritarias en la educación superior dominicana? ¿En qué momento la educación superior dominicana, en general, tendrá como objetivo real la formación de los profesionales que contribuyan con el desarrollo de la economía dominicana?
Quizás sea más conveniente, dejar tranquila todas las riquezas que guardan nuestras tierras, hasta que seamos capaces de explotarlas de forma sostenible. Para lograrlo existe un único camino, alcanzar mayor soberanía.
Estamos en el mejor momento de la historia. Más del 80 % de la producción y exportación de tierras raras a nivel mundial procede de China y Rusia. Hay que aprovechar las excelentes relaciones bilaterales de la República Dominicana con ambas potencias. Firmar convenios económicos de beneficio mutuo en el marco del nuevo mundo multipolar que está en pleno desarrollo.
Estos nuevos convenios deben incluir transferencia tecnológica que permitan a la República Dominicana explotar con independencia sus propias riquezas en un plazo de 25 ó 30 años. Con los hermanos europeos, y descendientes, no lo hemos logrado pasados poco más de 500 años.
Es hora de que los mejores hombres y mujeres de la República Dominicana asuman compromisos para alcanzar el bienestar colectivo. Es hora de que toda la nación se una, conozca y defienda las tierras en las que nos ha tocado nacer. De ella podemos vivir y compartir con el resto del mundo en un marco de armonía como se espera de seres humanos racionales y civilizados.
El autor es doctor en ciencias químicas, residente en Santiago de los Caballeros. huco71@gmail.com
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