La República Dominicana en medio de la poliarquía a los titiriteros
Opinión Henry Polanco
Todo ha sido preparado para que los ciudadanos de mi país, República Dominicana, se sintieran aliviados y reconfortados con los resultados del gobierno del Cambio Las sonrisas y los abrazos colman los noticieros, el dinero afloró más allá de lo que estaba previsto, no hay conflictos entre sectores, todo fluye y el ambiente rico de cuentos, ilusionas a los espectadores que los incitan a votar, para seguír demostrando que fue bueno el cambio.
En el presente, como en otras anteriores etapas cíclicas, ‘deuda + inflación’ es el binomio que a muchos atormenta, siempre en dos variables que van en vertical. Deuda pública que se honra con impuestos, inflación que luce desbordada, y nos empobrece a todos. Le añadimos los conflictos bélicos en Europa y Oriente Medio, en lo geopolítico;calmando cualquier desatino en lo interno, los cuestionados resultados de muchas políticas de Estado, cuyo resultados no evidencia avances, con sus andamiajes legales evacuados por los legisladores, en países como la República Dominicana.
Los políticos, señalados como corruptos y revestidos de impunidad por estructuras judiciales permeadas, premiadas y el perversos Ministerio Público independiente, de un sector, que aunque desfalcan al Estado con cifras impensables, los capitales que los auspician son los verdaderos grandes beneficiarios de esas maniobras, y no hay de qué preocuparse, todo anda bien hasta con el bastón pesado.
Los políticos y los poderes del Estado son herramientas de estos. Es el reino de la perversidad: mas los titiriteros del gran capital, por un lado; los títeres politiqueros, por otro lado; y en el inframundo político, más los votantes que los perpetúan.
En este reino se premia la mediocridad, la deshonestidad y la incompetencia. ¿Una muestra de esta incompetencia abismal? En el caso de la República Dominicana, al 2024 exhibe una deuda pública consolidada sobre los setenta y cinco mil millones de dólares y subiendo, aun cuando el Estado dominicano ha dispuesto de unos cuatrocientos mil millones de dólares en los últimos treinta años y seguimos con índices de un país subdesarrollado. «Para muestra un botón», como del dicho al hecho hay muchos trecho.
Para los que aún no acaban de entender el enorme negocio de la deuda, en el Presupuesto del 2024 la República Dominicana destinará el 3.6% del PIB solo para el pago de intereses de su deuda pública consolidada. El peso de esta es de aproximadamente un 60% de sus recursos presupuestarios. El déficit presupuestario, año tras año, hay que cubrirlo con más endeudamiento público lo que se traduce en pagar más intereses, repetimos, año tras año, pero todo eso es normal, y cómo ya los Impolutos no son antítesis, sino parte se convierten en los nuevos, Titiriteros.
Todo eso es conocido, nada nuevo. El votante, también lo sabemos por demás, es quien sube y justifica al político. El buen político no necesita escrito alguno, el malo sí. El mal político es el perverso peón que hace posible todo atraso social en estas sociedades inmaduras.
El tema de interés es ese votante que voto, que es mayoritariamente patrocinador de su propia desgracia.
Decía Paulo Freire: «El sistema no teme al pobre que tiene hambre, teme al pobre que sabe pensar». Ponerlo a pensar correctamente es el desafío. Que no piense es la diana del titiritero.
Todo esfuerzo que se haga, por la prensa digital, las redes sociales y los medios televisivos y radiales, para concienciar ese votante es un acto de contención a lo qué se nos viene arriba en democracia.
Según la neurociencia, detrás del «coherente voto duro», esa psico-rigidez tiene sus explicaciones. Nuestras masas han desarrollado su propio síndrome de Estocolmo. Hans-Hermann Hope, teórico de la escuela austríaca, escribió en su libro «El Dios que fracasó», que la democracia es la principal causa de la descivilización. Si la base es una masa de descerebrados, ¿qué se puede esperar del cuerpo entero.
Segunn los medios, aquí, predomina la visión pragmática de que si el país marcha, la corrupción resulta aceptable. La mente de quienes se autoengañan resuelve esta disonancia cognitiva “aceptando la mentira como una verdad”.
Dijo un político criollo, presumiblemente honesto, pues aún no ha ejercido un alto cargo público alguno para reconfirmarlo como tal, que la verdad no descalifica; que la verdad nunca ofende, pero la verdad molesta, y pone nervioso a los que las manipulan, Ejemplo, Si estamos ganado, Por Que ése afán de mostrar obras inconclusas, inaugurar obras por tramos, de crear leyes a descrédito, de mostrar datos inconclusos, no hay necesidad de eso sí realmente somos honestos.
Las elites políticas en que se ha construido nuestro entorno para los grandes partidos tradicionales son una «Poliarquia», los conservadores y neoliberales, a lo largo de las últimas cinco decadas en la Republica Dominicana, se conoce como la «partidocracia» nacional, ahora profundamente dedicada. a formar parte y/o consolidar los vínculos ya establecidos, con el capital trasnacional, ser parte de los negocios globales.
Desde el tratado de libre comercio «DR-CAFTA», ya es un asunto de mediano interés. Por eso ya son vistas las operaciones comerciales de una número importantes de estos políticos con empresas locales con capitales mixtos, con empresas internacionales de las distintas regiones, mundiales, que según ellos traen el capital y crecimiento económico al país, Vamos Bien muchachos.
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