De Joseph Fouché a Luis Abinader
Por Nicolás Mateo
Aunque Luis Abinader no tiene el talento, ni la inteligencia de Joseph Fouché, el personaje funesto de la época de la monarquía Francesa, entre los dos hay un asombroso parecido en la capacidad de desdoblarse, de sustentar una posición y luego pasar a la otra extrema, que son merecedores de estudios comparativos, guardando la distancia del momento y la coyuntura histórica que les tocó vivir a ambos.
Tanto Fouché como Abinader son figuras políticas que no se mueven por principios ni ideologías, sino que toman decisiones y asumen posiciones de coyuntura y de conveniencia, a ellos no les preocupa la coherencia, son simuladores, hacen cualquier cosa por el éxito político y el sostenimiento del poder.
Estos dos lideres se caracterizan por nadar y guardar la ropa, sienten pasión por la mentira, por decir una cosa y hacer exactamente lo contrario, son expertos en echarle la culpa a otros de sus desaciertos, les gusta ser aplaudidos, aceptados, no se detienen ante nada para lograr sus propósitos, son cínicos y sienten excitación cuando pueden jugar a las dos cartas.
Tal y como dijo el escritor Stefan Zweig de Fouché: “Le basta 24 horas, a menudo solo una, a menudo un minuto, para arrojar sin mas la bandera de su convicción y envolverse susurrante en otra”. Estos personajes piensan y actúan a la medida de su conveniencia, son camaleónicos, se desdoblan con destreza cuando quieren lograr algún propósito, no tienen escrúpulos y no se detienen ante nada para lograr sus objetivos.
Tanto Fouché como Abinader pueden pasarse una vida sustentando una posición por conveniencia, y cambiar en un segundo a la contraria si eso le reditúa beneficios. Siempre andan con un disfraz para ocasión, simulan ser honrados, íntegros, transparentes, aunque estén rodeados de delincuentes de la peor calaña.
Cuentan que Fouché antes la disyuntiva que se presentó en Francia de erradicar la monarquía enviando a la guillotina al rey Luis XVI, sustentó por días que condenar a la guillotina al monarca traería graves consecuencias para Francia, pero a la hora de votar, al ver que los Jacobinos se inclinaban mayoritariamente por la muerte, varió de posición y voto a favor.
Abinader fue el mas acérrimo critico de los préstamos cuando estaba en la oposición, postulaba por acabar con el dispendio y las botellas en el Gobierno, aseguraba que era falso los datos económicos que presentaban las gestiones anteriores, criticaba la delincuencia y la migración irregular, tenía la solución a todos los problemas en el país, pero una vez en el poder hizo todo lo que criticó, ha tomado más prestamos que todos los gobernantes juntos de la historia, ha agravado todos los problemas y ha dañado todo lo que funcionaba.
Al igual que Fouché, Abinader, otrora critico rabioso de la publicidad, descubrió que la información y la propaganda son vitales para mantener su gestión a flote, pese al pobre desempeño, al deterioro progresivo de la condiciones de vida de los dominicanos y al desborde de la delincuencia, por eso, su mayor éxito ha sido silencia la critica o comprar opiniones favorables con una inversión alarmante en publicidad.
Abinader, como Fouché, que es considerado el padre de los servicios de inteligencia de Francia, y que estuvo a sus ordenes hasta 10 mil informantes, ha llegado a la conclusión de que para mantenerse en el poder es necesario tener control absoluto de los ciudadanos mediante el caliesaje, por eso envió al Congreso e hizo aprobar la Ley 1-24 que crea el Departamento Nacional de Inteligencia, lo que, según el Episcopado Dominicano, es “un jaque mate a la libertad de expresión, a la intimidad y las confidencialidad”.
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