La construcción política de un Estado Democrático- Liberal – Socialista.
Para la comprensión de la historia de la humanidad y los cambios que se han sucedido durante miles de años, la intelectualidad ha asumido por convención la división en modo de producción, en ese sentido, cinco han sido los modos de producción que ha conocido la humanidad y para quien escribe camina hacia la innovación de un sexto modo de producción.
En término político, la comunidad primitiva se caracterizó por la existencia de la asamblea del pueblo, el consejo de ancianos y la existencia de una probable libertad absoluta, pero con la carencia de seguridad personal y colectiva que le permitiera estabilidad para impulsar el desarrollo en todos los contextos sociales, políticos y económicos.
Los conflictos permanentes y la imposición de los intereses del más fuertes simbolizado en la hoy propiedad privada permitió la aceptación de una autoridad común que en principio sería el rey, el faraón o emperador, autoridad que personificaba el hoy llamado Estado, estamos ante la sociedad esclavista, cuya capacidad intelectual ofreció estabilidad para impulsar el nuevo desarrollo que permitiría el florecimiento de los más grandes imperios que hoy conocemos.
Aún en medio de esa sociedad esclavista, el hombre nunca perdió la conexión con la libertad que había caracterizado la comunidad primitiva y por eso en Atenas (Grecia) se fundó lo que hoy conocemos como democracia, en un período corto, pero suficiente para dejar impregnado el sello de la eternidad.
Por lo ante expuesto, aunque el debilitamiento del poder del emperador y el fortalecimiento del poder religioso durante la era del imperio romano, escenificado en la creencia de un solo Dios, donde se confundía el poder de la autoridad política del emperador y la religiosa, se funda la sociedad feudal a partir del siglo V, caracterizada por la superioridad del poder religioso, este último, si bien fue fundamental para la estabilidad y el desarrollo de la sociedades primitiva y esclavista, su monopolio en la época feudal sumergió la civilización en el más profundo y prolongado atraso en la historia del desarrollo de la humanidad, limitando sobre todo, el avance de la ciencia.
Después de más de 10 siglos; el creciente comercio, la necesidad de libertad y una consciente e ilustrada burguesía hace florecer en los siglos siguiente las más grandes revoluciones de las ideas y las libertades; el renacimiento trae una ilustración científica que permitirá el asomo de un sistema liberal, muchas veces confundido con el monopolio del capital, cuyo nombre de mercantilismo o capitalismo viene a consecuencia de la acumulación originaria y el cada vez más creciente comercio internacional y poblacional.
Estos procesos políticos, sociales y económicos germinaron el mayor avance humano de la historia de la humanidad, en el denominado siglo de las luces (XVIII); desde entonces, “El Contrato Social” (Rousseau, 1762) nos legó la hoy soberanía popular que sería lo mismo que la democracia ateniense; “El Espíritu de las Leyes” (Montesquieu, 1748), una autoridad política equilibrada (El Estado), no en la persona de un solo hombre ( el rey), sino en instituciones dirigida por una burguesía o aristocracia, pero legitimada por la soberanía popular con el contrapeso de quienes hacen las leyes ( poder legislativo) elegido por el pueblo; quienes recaudan y administran los impuestos ( el ejecutivo) legitimado por el soberano y quienes aplican y administran justicia ( poder judicial) el resultado del contrapeso entre el legislativo y el ejecutivo; este equilibrio garantizaba el avance hacia una democracia – liberal, es decir, el poder de los hombres expresado en las autoridades electas para que garanticen los derechos individuales que nacen de su propia naturaleza social y pensante.
A pesar de estos avances, las grandes y crecientes desigualdades, impulsan en el siglo XIX una nueva clase intelectual consciente de la necesidad de un sistema económico que equilibre la bonanza económica y elimine la desigualdad social, es ahí donde las ideas socialistas aparecen para polarizar por más de dos siglos con las ideas capitalistas. Desde entonces, la lucha permanente entre el poder monopólico del capital se ha confundido con las ideas individuales o derechos fundamentales y la idea de derechos colectivos y del monopolio del Estado para producir y distribuir las riquezas se confunde con el socialismo.
Del choque de este monopolio político, económico y social caminamos a la fundación de un nuevo modo de producción, cuya base será la existencia del mejor sistema de gobierno que hemos conocido, la democracia, visto cómo el gobierno de todo, no de la mayoría; el mejor sistema político que existe, el liberal, como garantía de los derechos individuales y colectivos, y el mejor sistema de producción económica, que pueda funcionar con equidad y justicia en la distribución, el socialismo.
Por lo ante expuesto nada evita que la sociedad camine a profundizar una democracia participativa en vez de la representativa, para garantizar la permanencia de los derechos individuales y colectivos y organizar de manera definitiva una producción social con conciencia de un Estado que garantiza derechos a innovar y emprender nuevas formas de producción y distribución de la riqueza.
Es importante destacar que no se trata del fracaso del primitivismo, el esclavismo y el feudalismo, tampoco el fracaso del socialismo, ni del capitalismo; la historia ha demostrado que los valores de una sociedad se imponen a otra, o simplemente la sociedad siempre ha progresado o avanzado a un Estado superior, inspirado en la misma naturaleza social del poder que impulsa el hombre.
En fin, caminamos a paso firme hacia un Estado Democrático – Liberal – Socialista, donde la tecnología monopoliza la producción, el Estado la distribución y la sociedad disfrute el placer y felicidad en un verdadero Estado de bienestar.
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