Rompamos el frasco. La mayoría de los dominicanos actuamos como una escuela de peces, enfrascados en una isla moralmente tortuosa, que no nos permite ver más allá; nos manipulan como si fuéramos chiflados, fabricándonos un destino indefinido y cruel, el cual nos impide escapar de la realidad sociopolítica que nos envuelve de forma ciclónica y centrífuga, alejándonos del eje de la verdad y de la equidad, esa fuerza centrífuga nos lanza con ímpetu hacia la corrupción, nos mueve hacia el compinche, dejándonos castrados para no brillar y para que los sueños no se vuelvan realidad. El enfrascamiento nos atrofia y deshace nuestras utopías que poseen el potencial de romper el cristal de la ignorancia. La única forma de generar una metamorfosis socio espiritual que impacte a lo político es saliendo de lo cotidiano, rompiendo el frasco.
Cuando en un Estado todo el accionar está enfrascado hay que quebrar el contenedor que nos moldea y nos impide crecer. Nuestro país no podrá avanzar con el comportamiento que viene arrastrando desde su formación; es increíble como somos tan respetuosos de nuestro padre de la patria, Juan Pablo Duarte, y al mismo tiempo nos comportamos como aquellos que mandaron a Duarte a la soledad del exilio, muriendo en Venezuela el 15 de julio de 1876, sin recursos, sin apoyo de su país, lo abandonaron, lo soltaron y lo aislaron. También así fue abandonado el profesor Juan Bosch, olvidado, traicionado y al mismo tiempo aplaudido. Nuestra historia está llena de intereses, de mentirosos que poseen el arte de articular falacias, haciéndoles creer al pueblo que ellos tienen la solución. Alguien debe levantarse y romper el frasco de la corrupción, el frasco de la adaptación, el frasco donde duerme el status quo que nos mantiene pasivos. Debemos de ser intencionales, abrir los ojos y analizar si hemos avanzado en materia de Estado. Podemos hacer una diferencia y generar una verdadera revolución, pero antes, rompamos el frasco.
El enfrascamiento se refleja en el destino indefinido, en calles oscuras y sin rótulos. Es un proceso pasivo pero nocivo, que logra moldearnos para coexistir en el caos y verlo como algo normal y aplaudible; por eso debemos salir del frasco y romperlo. Todos los partidos que han estado en el poder no han podido resolver los problemas cardinales de un pequeño y amable país como el nuestro, República Dominicana; tampoco lo podrán hacer con el nivel de salvajismo legal que reina y prevalece en suelo dominicano. Los países que rompieron los frascos, que lograron salir de esas jarras, hoy son países que viven y disfrutan de los derechos básicos, naciones con más limitaciones climáticas que nosotros, con menos capacidad de producción que nosotros, países que han surgido de conflictos bélicos, la única diferencia de ellos y nosotros es que ellos rompieron el frasco de lo indefinido, y salieron para no volver a ese oscuro comportamiento social. También nosotros podemos romper el frasco.
El enfrascamiento se refleja en la poca capacidad de descubrir nuevos líderes, volvemos a esos caciques como vuelve el perro a su vomito, elegimos los mismos senadores y diputados o lo reciclamos, no tenemos un plan, todo es emocional y financiero, esas dos variables dominan el poder, la permanencia y el escenario político; solo hay una solución: Rompamos el frasco.
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