¿Y qué sucede con nosotros? ¿Porqué se nos ha hecho tan difícil pasar de un país pobre a un país rico? M
uchas personas nos preguntamos si nos han echado alguna maldición, si es algo genético, si es cultural o cualquier otro elemento que nos ha impedido por más de 178 años el no poder dar el salto a un desarrollo real y permanente. El término rico y pobre depende del contexto, de la visión, en este caso, pobre es cuando el Estado o el pueblo dominicano no aprovecha los recursos naturales y el potencial que posee nuestro “rico” país.
¿Y qué sucede con nosotros?
Acaso no podemos imitar algo de Arabia Saudita, aun con todas sus limitaciones y conflictos, fundada hace solo 90 años, 88 años después de nosotros, experimentó la misma pobreza o aun peor que la nuestra, para esa fecha no sabían leer ni escribir, pero desde que ellos encontraron una reserva de petróleo las cosas cambiaron. Aun así, ellos olfatearon que el petróleo iba a bajar y decidieron diversificar las actividades comerciales. Bueno, podríamos decir, es que ellos encontraron petróleo, pero nosotros no; eso es lo lamentable de nosotros los dominamos, tenemos de todo y no hemos sido capaces de generar un real cambio no basado en propagandas políticas.
¿Y qué sucede con nosotros? Somos expertos haciendo análisis. Un amigo, sociólogo, me expresó que el problema de la República Dominicana es tan complejo que los análisis sociológicos no son suficientes para descifrar los problemas del país. ¿Qué realmente no nos ha permitido avanzar? Miremos a Corea del Sur, la pobreza era extrema, hace 72 años lograron separarse de Corea del Norte, a partir de ese momento, y con la ayuda de los Estados Unidos pudo estabilizarse. Nos guste o no, las naciones necesitan una mano que sirva de apoyo para lograr una real transformación. Aquí podemos ver que el desarrollo y los cambios no suceden en el vacío, debemos buscar ayuda de otras naciones que ya han progresado. Todo está hecho, no debemos inventar nuevos proyectos, no hay que impresionar al pueblo para proyectarnos como intelectuales, ¡carajo!, la mejor manifestación de la sabiduría es ser honesto con el pueblo y fuerte con los corruptos, si esto pasa el cambio comenzará a brotar y se manifestará una verdadera transformación.
¿Y qué sucede con nosotros? ¿Acaso el diablo está en nuestro país y Dios está con aquellos? Pude vivir tres meses en Barbados y saborear el desarrollo y la estabilidad que existe en esa isla, ubicada en el este caribeño. Barbados fue usada para enviar los esclavos negros que poseía Inglaterra; es bueno saber que solo hace 56 años que ellos se independizaron de Inglaterra, y hoy es un país estable, su mayor ingreso proviene del turismo, con un alto nivel de educación y quiero poner esto en mayúscula: EL PUEBLO DE BARBADOS NO ASIMILA NI PERMITE UN POLÍTICO CORRUPTO, Y LA LEY ES SEVERA. Un país no es estable porque tenga la piel blanca, Barbados es una país de piel negra, sus productos son importados, tienen muchas limitaciones, pero son honestos, íntegros, y poseen una visión de Estado y no partidista.
¿Y qué sucede con nosotros? Sabemos muy bien lo que sucede, pero ningún ratón quiere ponerle el cascabel aquel gato que tiene las uñas largas y dientes afilados para devorar a sus presas de forma sigilosa. Pero, hay países que lograron vencer a “los gatos” y podemos usarlos como ejemplos; podemos ver a una España que salió de una dictadura y de su aislamiento económico, Singapur que venció las limitaciones geocéntricas y su precariedad de recursos naturales, y podemos seguir la lista. ¿Qué excusas vamos a usar? La única verdad es que somos un país corrupto, tan corrupto que cada cuatro años una gran parte de la población vive del partido que tomó el poder. Existe una partidocracia que rompe cualquier intento de progreso. ¿Y qué sucede con nosotros? Lo que sucede es que no existe un líder en la actualidad que dirija a este pueblo que ha estado en el desierto durante 178 años sin una real respuesta.
¿Y qué sucede con nosotros? Prefiero preguntar: ¿Qué podría pasar con nosotros?
– Que el sector de clase alta entienda que mientras más corrupto es el entorno menos seguros ellos estarán. Quizás, tal vez, ojalá, inshallah, esto los mueva a buscar a un líder decidido y listo para hacer un corte social.
– Que un líder de la clase alta encarne la rabia del pueblo y asuma el papel, no el de un mesías, pero si el de un libertador y un reformador con visión de Estado.
– Que las comunidades y sus grupos comunitarios, clubes, sindicatos, iglesias, juntas de vecinos, desarrollen una agenda y un plan que refleje el tipo de país que queremos ver y cómo nos gustaría vivir. Esta agenda deberá ser hecha en coordinación con los sectores de clase alta y sectores productivos. Es tiempo de parar el odio y las rencillas, es tiempo de que todas las clases sociales nos juntemos a dibujar y a diseñar el país que queremos ver y disfrutar. Esto no es ingenuidad, es planificar y decir no más a la mediocridad y al inmediatismo.
Es tiempo de dejar a un lado, “pero sin olvidar”, al capitalista Max Weber y su contrario marxista, Karl Marx, y ser más pragmáticos; si no hacemos esto, les garantizo que nos llevará el huracán San Zenón. Debemos ser honestos, nuestros partidos fracasaron, y ningún partido por sí solo (en este momento) posee la materia prima que se requiere para generar una transformación sustancial, real, y colectiva. ¿Y qué sucede con nosotros? No digo más, ya lo sabemos.
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