El impacto neoliberal en la universidad y las participación juvenil en la política
Por Henry Polanco
La participación política y educación van tomadas de la mano en todo el mundo a través de la historia. Por lo que no es requisito disentir con el gobernó para participar en la política, como tampoco es indispensable que el móvil de la actividad política sea estar de acuerdo con el gobierno, la participación política es la guía de la acción y no al revés.
La derecha nacional e internacional eternamente han tratado de desactivar a las universidades crítica, como motor de cambio social y resonancia política, queriendo colocar a la juventud en una especie de hibernación de la participación política y social.
Para convencer dé está manera, que el individualismo es el mejor camino y no el trabajo en comunidad. Dónde él éxito profesional ya no sería un esfuerzo común de contribuyentes, educación y aprendizaje, sino, una acción individual, donde se adopte la educación como una mercancía y no como un derecho, por lo tanto, todo consumo es individual, personal, producto del trabajo de los jóvenes en lo particular.
Para quienes abrieron las puertas al consumo por primera vez en la historia, esta práctica está destinada a los adultos, que son los únicos con poder adquisitivo, y que mejor condicionamiento presentan a la hora de los gravámenes impositivos del modelo capitalista.
Sin embargo. Las protestas juveniles que iniciaron en la década de los sesenta también reciben un revés al caer el muro de Berlín, en 1991, y el mundo se convenció, que el socialismo realmente existente dejó sin argumentos algunos conceptos revolucionarios radicales y descubre una burocracia en los países tras la cortina de hierro represiva y autoritaria, que se disfrazó de democracia Liberal y representativa, que en realidad no representa a nadie, sino a quien financia.
Mientras los politólogos o Think Tank de pensamiento, sé dedicaron recomponen la izquierda, y a explicar los desvíos prácticos de la Unión Soviética y su alejamiento de la teoría socialista, con su caída de hace 30 años.
Los jóvenes abandonan las calles. La desmovilización social de la juventud tiene advertencia en los medios como una manera de imponer sanciones a la participación de la juventud y regresa con más fuerza la vieja consigna acerca de que los estudiantes sólo deben estudiar y los políticos deben realizar las tareas de gobierno más allá de la libertad, llegando al libertinaje sin ningún rubor ni sanción.
La guerra fría se convierte en una tregua bélica pero no en cuanto la manipulación acerca de la desmotivación de la participación social en la política, de la sociedad en general y de los jóvenes en particular, fueron poco a poco llevado al nuevo sistema de paradigma educativo, por los nuevos docentes, que entrelazan el mercado con el oportunismo político.
Los gobiernos empiezan a emplear a funcionarios públicos egresados de universidades privadas y crean todo un mito sobre la calidad de la educación de paga, lo que produce un envilecimiento en los egresados que se conforman con las propinas del nuevo modelo en crecimiento desigual de distribución.
Al mismo tiempo se desacredita a las universidades públicas, y la educación pública por igual, ya no es lo mismo venir de un Liceo o de Lasalle, de Harvard que de la UASD, se les satanizan y se les coloca como una fábrica de buenos para nada, y, lo peor, con ideas, del atrasado comunismo, que atentan contra el neoliberalismo que en ese momento cobra auge desde el sexenio de colaboradores llamados, en su momento, tecnócratas, que no son otra cosas que gerentes privatizados de las empresas país, con decisiones antipopulares.
Esos fueron los días del crecimiento exponencial, de la pobreza desacelerada, y del distribuidor oficial sin garantías de derechos, ya que estos son reservados para el nuevo consenso.
Las movilizaciones sociales de los jóvenes tienen su mayor decadencia, con la llegada del neoliberalismo a ultranza con el triunfo del PLD, en 1996, y las campañas de satanizar y hasta envilecer, el individualismo colectivo de los jóvenes Milenium, con el libertinaje de la moda, sin más que educación superior Libre, y de mercado, Hoy solo quedan los riesgos de lo que en décadas anteriores hicieron temblar calles y avenidas, y aulas, exigiendo cambios dignos y democrático de los cuales jamás conocimos en realidad.
Con la llegada de la pandemia. La apatía de una generación sobre la participación se encuentra en su momento más alto, sobre todo en República Dominicana, donde los medios convencionales han forzado ver en la protestas auténtica de la sociedad una conducta ridículas, dé el renacer de una lucha emancipadora que, realmente liberé, y cambié opresión de clases por Libre determinación de los pueblos libres de América, por los que aquellos jóvenes, se perdieron, o no fueron redimidos por los nuevos datos, del manipulador sistema político dominante.
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