Nuestra educación superior en el desarrollo dominicano
Por Henry Polanco
Básicamente; antes del surgimiento del estado moderno, tan interesado en la instrucción y escolarización de la mayoría de su población, los centros educativos se contaban entre los pilares fundamentales de todas las civilizaciones humanas. Cuestión distinta es quién pudiera acceder a ellos o qué se enseñará, de manera masiva como un derecho realmente responsabilidad Estado.
Específicamente definiciones tradicionalmente estrechas ya existentes en la misma edad Media, y dirigidas por los monjes cristianos, como modelo ya confirmado de los ya existentes en civilizaciones más antiguas, que marcaban la marcha y avance de la humanidad como el proceso intelectual de la enseñanza y aprendizaje,
Pero si existían escuelas y universidades, antes de la ilustración misma y muchas de ellas han prolongado su funcionamiento hasta nuestros días, presumiendo de tradición
Pero lo que no cabe duda es que los sistemas Universitarios modernos y de nueva visión de desarrollo para todos, son hijastros de la Ilustración, de aquella voluntad de liberar a las personas de las supersticiones y los dogmas para que, guiados por la razón, se convirtieran plenamente autónomas y capaces de gobernar sus vidas, dentro del proceso de pertenencia y de bienestar social sostenibles
El academicismo universal es, pues, una aspiración que no tiene mucho más de doscientos años, aunque de hecho los grandes clásicos de las sabidurías filosóficas incidieron bastante para el mantenimiento cultural nuestro, pero enfocados en elitismo, antes de la masificación escolar fuese un derecho y las Universidades resplandecieran como faro de luces del conocimiento contemporáneo.
En nuestro país no se hizo realidad hasta las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, cuando después de una larga tiranía, un movimiento denominado Movimiento Renovador Universitario, MRU,).
Las universidades y los institutos han sido y son, por tanto, dispositivos con una voluntad profundamente democrática y emancipadora, nacidos para proporcionar a todos y cada uno de los individuos la posibilidad de constituirse como personas libres e iguales, independientes, equitativos, dicen sus principios y valores, sean cuales sean sus condicionamientos étnicos, geográficos, económicos, sociales o culturales, y sus características y capacidades físicas, psíquicas o intelectuales.
La educación básica tiene sentido por sí misma y aspira a proporcionar a todos los chicos aquellos conocimientos, competencias, habilidades y valores que les permitan disfrutar de una verdadera igualdad de oportunidades para hacer frente a las demandas del mercado laboral y de la vida en general.
Pero estos esfuerzos igualitarios, a pesar de sus éxitos indudables, no han dado los resultados esperados, y se han acusados a los sistemas educativos de reproducir y legitimar las desigualdades socioeconómicas previas, cada vez que hay algunas debilidades, suenan campanas por doquier denunciando las desigualdades, pero jamás se corrigen y su respuesta es siempre la misma.
No podemos aceptar este determinismo, pero sí hay consenso entre los especialistas en afirmar que la escuela, y las universidades por si, sola, no tiene suficiente fuerza para hacer revertir las desigualdades familiares, y por ende sociales que se reproducen de los complejos programas estatales de la Sociedad Dominicana,
Por tanto; Hay que ayudarla con políticas sociales decididas, si se quiere evitar que la pobreza y la desigualdad de origen, de reproducción capitalista, no acaben también repercutiendo en los resultados, en la vida misma de los componentes sociales, de la ciudadanía en general.
Así pues, la vulnerabilidad educativa es, en primer término, una consecuencia y un reflejo de la vulnerabilidad de la familia cómo primer órgano de Sociedad, si no hay forma de llegar a esas familias que padecen la desigualdad, inequidad, sociales, siempre tendrán espejos de los productos que hemos sembrado durante siglos, sin resistencia, sino como siempre con complejos de guacanarix,
El factor más determinante de la pobreza y la exclusión social es todavía hoy la clase social, es decir, la pertenencia a familias con poco capital económico, social y cultural, y con un estilo de vida que afecta de lleno sus expectativas y sus hábitos alimenticios, culturales y de ocio.
Los datos nos dicen, de manera sostenida, que la población dominicana, en riesgo de pobreza está en torno al 30%, y que algo más del 10% de esta vive en una privación material severa, según los informes de la Cepal,
Aplicado a la provincia de las periferias, estaríamos hablando de cifras mucho más elevadas ya que hacía ellas, es que se han concentrado la inexistencia de políticas públicas de carácter social sostenibles.
Con todas estas debilidades, el sistema de Educación superior en República Dominicana continúa siendo un proceso en desarrollo, pero aún no se visualizan un futuro real para el Desarrollo dominicano, es peor aún en el insostenible proceso de enseñanza aprendizaje desde la perspectiva formativa de una mediocre formación profesional mercantilista y sin mercado, a veces con competencia de negocios, y no de ciencia, o del razonamiento lógico del interés personalista de quienes dirigen el modelo mismo.
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