Cuaresma: Tiempo de Reflexion
Jose A. Toribio
Con la celebración del miércoles de Ceniza inicia la Cuaresma, cuarenta días de preparación para la Pascua: un tiempo espiritual particularmente importante para todo cristiano en el que se prepara para vivir el Misterio Pascual de Jesús: su Pasión, Muerte y Resurrección.
Al inicio de la Cuaresma es un tiempo de conversión designado por la Iglesia para prepararnos a celebrar el gran tiempo de Pascua.
Con el Miercoles de Ceniza damos la bienvenida al tiempo de perdón, reconciliación y penitencia. Es una invitación a cambiar lo que no está funcionando bien en nuestra vida espiritual, es tiempo de conversión.
En este tiempo difícil que vivimos, enfrentados gracias a la siembra de odios, viendo como unos a otros hemos terminado tratándonos como enemigos, vale la pena entender a la Cuaresma también como tiempo de perdón y de la reconciliación fraterna.
La Cuaresma es ese tiempo en que somos parte de la llamada que se nos hace para mantener nuestra filiación con el Supremo Creador y como imagen y semejanza de ese amor, cuya característica es el perdón al hermano, debemos confrontar nuestra existencia con la eficacia de la palabra de Dios.
Si durante cuarenta días estamos llamados a caminar por el desierto de la vida cargando la cruz de nuestras debilidades humanas en este tiempo de Cuaresma, para encontrarnos con el sendero de los cincuenta días de la Pascua para avanzar con pasos firmes y seguros hacia la plenitud de Pentecostés.
Esta Cuaresma es propicia para reflexionar y arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús con alegría y devoción y su duración se basa en el símbolo del número cuarenta en la Biblia, de los cuarenta días de Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, como antes dijimos.
A pesar de los cambios y relajamiento de las tradiciones y costumbres de ayunar, orar y hacer actos de benevolencia, la Cuaresma es tiempo de introspección y espacio para ponderar en la vida, ministerio, acción redentora de Jesucristo y en la esperanza que él nos ofrece de tener vida abundante y eterna.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
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