UN PAÍS EN EL MUNDO: MARCA- PAÍS.
Por José Tavárez Henríquez
En la Era Digital, más allá de la Postmodernidad, se ha impuesto un relativismo tal que ha ido borrando las fronteras entre objetividad y subjetividad; realidad y fantasía; ciencia e imaginación; verdad y falsedad. Hoy hablamos sin ningún rubor, como de algo muy natural y válido, de la posverdad, que en términos prácticos no es otra cosa que una validación del retorcimiento de los hechos o una adulteración de lo objetivo y verdadero.
El supuesto detrás de una visión es que la forma en que se presenta la realidad es más importante que la realidad misma. En este contexto el protagonismo pasa, no al producto en sí, sino a la manera en que se mercadea. Alguien dirá con razón que esta actitud no es nueva para la humanidad, porque ya los sofistas griegos, en el siglo V antes de Cristo, proponían el arte de convencer como una virtud, e incluso, entrenaban a sus alumnos en la argumentación a favor y en contra de la misma cuestión.
Lo que se discute aquí no es la posibilidad de convencer a otros con argumentos falsos o retorcidos, eso siempre ha existido y funciona incluso para grupos numerosos. De eso hay pruebas de sobra, si alguien lo duda sólo tiene que mirar los efectos de la propaganda nazi, o la influencia de varios líderes “místicos” (D. Koresch, Waco, Texas, o Jim Jones en Guyana) que llevaron al suicidio colectivo a cientos de personas, sin el apoyo de redes sociales. La cuestión aquí es de legitimidad ética, ¿hasta dónde conviene, para el bienestar colectivo y la felicidad humana manejarnos con medias verdades o falsedades maquilladas por la publicidad excesiva? Para mi gusto, es el camino equivocado, como antes lo fue con los sofistas, cuyo nombre devino con el tiempo a significar charlatán, embaucador, poco serio.
A partir de este marco conceptual, histórico y filosófico nos permite evaluar la pertinencia del eslogan: “República del Mundo”, que actualmente se utiliza en la promoción de la marca-país República Dominicana. De entrada, debo decir, coincidiendo con mucha gente, que eso parece más un relajo que una propuesta en serio. Nos recuerda aquel famoso merengue sin letras: “no dice nada”.
De ese vacío de contenido en la propuesta publicitaria los más conscientes deben ser los propios creativos, ellos lo saben, pero no les importa, porque vivimos en un momento donde eso carece de valor, la importancia estaría en la sobreexposición, la repetición sistemática en los escenarios donde queremos que llegue el mensaje. Aunque suene a paradoja, se trata de una ignorancia consciente.
Volviendo al eslogan, “República del Mundo”, considero que los creadores desperdiciaron una magnífica oportunidad de conseguir un mensaje parecido, pero con un robusto contenido histórico, cultural, poético y filosófico. Ellos pasaron por alto el hecho de que existe un poema, tal vez el más conocido dentro y fuera de nuestro país, del Poeta Nacional Pedro Mir, que se titula “Hay un país en el mundo”. Imaginemos el impacto que pudiéramos causar, primero alimentando la curiosidad del que escucha por primera vez la expresión: ¿En dónde está ese país, por qué esta gente dice eso? Con la ventaja, además, de que al buscar en Google tropezarían, no sólo con el poema, sino también con el poeta, el país y mucho más de lo que nos identifica.
Todavía estamos a tiempo, paguemos los derechos de autor por el uso del poema, que de seguro cuesta menos de 32 millones y démosle a nuestra marca-país un mayor significado. Este mensaje es importante y debe tener sentido primero para los dominicanos y las dominicanas. Al decir: “hay un país en el mundo” resulta fácil y natural acompañarlo con respuestas reales, por ejemplo: “con las mejores playas que hayas visto”, “donde vive la gente más alegre…”, “que es cuna del merengue y de la bachata”, “donde nació Juan Luis o Sammy u Oscar de la Renta…”.
Estas cosas tienen sentido, que contrario a la ilusión que nos ha creado el espíritu de la post verdad, siempre será la referencia más segura para actuar. Por algo decían nuestros mayores: “todo lo que brilla no es oro”. El señor Trump llegó al poder vendiendo una ilusión basada en falsos valores, medias verdades y mentiras absolutas, sin embargo, eso mismo que le dio el éxito momentáneo se convirtió en su principal debilidad en este proceso con el agravante de que pasará a la historia como el peor presidente de Estados Unidos.
¡Hay un país en el mundo! O sencillamente, “UN PAÍS EN EL MUNDO”, es nuestra propuesta para el eslogan en la promoción de nuestra marca-país. La idea está ahí, sin ningún interés especulativo, sólo para contribuir a mejorar la imagen de la patria hacia adentro y de cara a las demás naciones.
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