Clases presenciales Vs virtuales para los niños: de la emoción a la apatía.
Por Ana Bertha Pérez
Para el mundo de los adultos los cambios que bruscamente nos trajo el año 2020 específicamente en el mes de Marzo, donde La Organización Mundial de Salud declara el Covid-19 como una Pandemia, ha representado un significativo y tormentoso torbellino, un aturdimiento desesperante que ha marcado muchas vidas, con un alto porcentaje de muertes, enfermos, personas en estado de depresión y ansiedad, sin embargo nos hemos preguntado o analizado ¿que representa este cambio para nuestros niños?
Los niños ante los acontecimientos drásticos y negativos presentan cambios, como aumento de ansiedad, tristeza, apatía, cambios conductuales, entre otros.
Para los adultos enfrentar una situación difícil es un reto del que hay que empoderarse empero, los infantes no cuentan con la capacidad de sopesar las situaciones que van a vivir. En las mudanzas, enfermedades, muerte de algún familiar o cercano obviamente presentan cambios con los que hay que lidiar. En el caso del virus que ha tocado al mundo prestar mucha atención y apoyo es la clave para ayudarlos a superar las pruebas.
Producirse el cambio de recibir educación escolar presencial a virtual es una salida a la continuidad de la educación como elemento trascendental para la vida, sin embargo este cambio merece además la atención tanto de los padres en el hogar, como de las y los maestros en su desempeño a través de las plataformas de docencia.
Entender y atender que en los niños ha afectado su rutina y su estabilidad emocional en sentido general, a la entrada de una pandemia que los ha inmovilizado, es más que importante; y más cuando notamos en ellos tristeza por no poder compartir, abatidos por no sentir la libertad de correr, por no poder brincar de alegría en los cambios de horarios o recreo al escuchar sonar el timbre, o simplemente por no poder salir como antes.
La virtualidad básicamente para los menores es fría, poco divertida y cansona. Los docentes deben ser creativos, ofrecer sus clases en cada entrega de una forma diferente, o sea, su habilidad como docente va a permitir que los alumnos mantengan o creen amor por su cátedra.
En una evaluación a menores del entorno referente a esta modalidad, el 98% de los consultados se refiere a lo aburrido de estudiar virtual. Al abordarlos en la pregunta si todas las clases son aburridas, se rompe el molde del porcentaje ya que se refieren a que hay maestros «chéveres» dicen algunos, que son divertidos, sustentan otros, que son dinámicos señalan los pequeños.
Es un reto tanto para los maestros como los padres hacer de este tiempo llevadero para los niños en la escuela desde casa.
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