¿Quién debilitará la corrupción?
Ella se esconde detrás de los tuétanos, duerme con sus garras mortíferas en el corazón de los malignos, se alimenta de los bienes ajenos; no obstante, siente temblor y pavor cuando la acción de jueces fuertes y gobernantes íntegros la interceptan con rigor. Ella se debilita ante los servidores públicos que no se dejan llevar por los deseos viscerales y que no dan espacio a nada que pulverice la democracia y vuelve pobre a una nación. Ella, la corrupción, es indolente, exterminadora y asesina.
La corrupción es indolente porque destruye la economía, la seguridad y los cimientos de los pueblos. Además, aplasta los dos fundamentos de la democracia: la libertad y la igualdad. Por eso nos debería preocupar el hecho de que el pueblo dominicano es una sociedad inclinada a celebrar la corrupción, la justifica y contempla con indiferencia a los servidores públicos que la siguen perpetuando. El pueblo debe entender que no debe ser así, debemos dar un salto intencional para vomitar la acción de cualquier gobierno que promueva la depravación, la descomposición, la putrefacción y el soborno. Debemos repudiar a cualquier presidente, congresista, alcalde, regidor o servidor público que promueva estos males.
Donde impera la corrupción sólo se promueven las preguntas vacías y sin resultados. Muchos nos pasamos la vida atacando sin involucrarnos, sin aportar y sin creer que la transformación es posible. Preguntas como las siguientes sólo nos hacen creer que estamos sumando: ¿Qué haremos con la impunidad?, ¿Qué haremos con los congresistas corruptos?, ¿Qué haremos con los presidentes corruptos?, ¿Qué haremos con los funcionarios que ganan sumas monstruosas en comparación a aquellas madres y padres que se consumen en busca de mejoría para sus hijos sin esperanza alguna?; ¿Qué haremos con la inseguridad social?, ¿Con el soborno?, ¿Con la delincuencia?, ¿Con el alto índice de pobreza?, ¿Con la contaminación de nuestros ríos?, ¿Con los campesinos y sus campos desamparados? Pero quedarnos en preguntas, no produce cambios.
Debemos pasar de las preguntas a las acciones, y entender que la corrupción germina en el corazón de hombres involucionados. El gran Salomón nos dejó un sabio mensaje: “Cuando hay corrupción moral en una nación, su gobierno se desmorona fácilmente. En cambio, con líderes sabios y entendidos viene la estabilidad” (Pr. 28:2). Entonces, podemos decir con autoridad que el motor y la materia prima para combatir la hipercorrupción y transformar la República Dominicana es un buen gobernante con coraje e integridad.
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