Política de Estado, Popeye y Reggaeton
El servidor público no es elegido para bailarle al pueblo merengue, salsa, dembow o reggaeton; fue elegido por el pueblo para generar equidad, seguridad social y gobernar con justicia.
Cuando un político o servidor público se comporta como un payaso para captar la atención del pueblo, es porque no tiene la capacidad de generar una política de estado que transforme los sectores sociales y la economía de su país. Por años, hemos visto como muchos de esos políticos y servidores públicos se han lanzado a las calles a dar abrazos, a bailar y a consumir cervezas en los colmadones, para crear una falsa imagen de que ellos son parte de la realidad socioeconómica del pueblo dominicano; esos simuladores piensan que por el simple hecho de mover sus traseros se posicionarán en el corazón del pueblo; a este simulado baile se le suma el teatro que muchos de ellos encarnan, tratando de imitar aquella figura risible, que por el simple hecho de ingerir espinacas podía rescatar a su preciosa Olivia que siempre era ultrajada por aquella figura irrisoria, caricaturesca y dañina, Brutus. Esos mensajes y comportamientos nocivos promueven la idea de que el Estado se puede administrar con cantinfladas y con acciones mágicas o folclóricas.
Pero el caso es que sabemos que el país no es una pista de baile y mucho menos una sociedad construida y motorizada con elementos de dibujos animados; somos gentes reales, con luchas reales, somos un pueblo, un país y un Estado. Por encima de los bailes, por encima de las emociones, aun por encima de los gobiernos, la política de Estado debe guiarse por una agenda que trascienda a los propios gobiernos, una agenda que por fin evolucione el sector de la educación, la seguridad social, el suministro de agua potable en cada rincón de esta pequeña, pero bella nación; una agenda que termine con el desempleo, con la impunidad, que retome el campo como una fuente de producción; una agenda que cree un ambiente seguro para los empresarios e inversionistas, una agenda que establezca que los congresistas ganen lo mismo que un profesor universitario y que sólo puedan ejercer dos períodos. Esto es política de Estado, es más que un maquillaje para entrar a la sala teatral.
Muchos están observando desde lejos el proceso de transformación que se está gestando en la psiquis del pueblo dominicano. Se puede palpar el fenómeno social de inconformidad que nos rodea, vemos rostros de redes sociales denunciando libremente lo que antes estaba en la oscuridad; vemos las manos de movimientos contestatario articulando señales de “¡ya basta!”, rodillas de grupos religiosos orando y actuando, piernas de bronce de empresarios sólidos que no se confabulan con la anarquía; todos ellos crean un muro de agua en forma de tsunami, que golpea y arrastra el comportamiento aberrante de los servidores públicos que destruyen los glóbulos y células del Estado dominicano.
El presidente y todos los servidores públicos existen para inducir y provocar transformación, producir equidad y seguridad en cada familia dominicana; cuando esta transformación suceda, aunque no soy un bailador, bailaré con mi esposa merengue, salsa y hasta reggaeton; además, comeré espinaca para recordar aquellas hazañas de un Popeye débil venciendo el mal con toda pasión. Entonces así, juntos diremos, ¡Ahora si somos una nación!
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