PRESUPUESTO DE LA NACIÓN COMO LIDERAZGO POLÍTICO EN REPÚBLICA DOMINICANA
Por Henry Polanco
Cuando estudiamos la historia reciente de República Dominicana, sobretodo las tres últimas décadas del siglo XX, podemos afirmar que la transición del liderazgo caudillistas y genuino de la democracia representativa Dominicana, no se reprodujo y se transformó en el liderazgo presupuestal del momento.
A veces conversando con dirigentes político,del Partido de la Liberación Dominicana, (PLD) los mismos me decían que su partido era una maquinaria política electoral, que siempre arrasaba en los campos y ciudades del país porque poseían el liderazgo, comunitario, organizado y mapeado en el territorio nacional.
Esas afirmaciones me llamaban la atención ya que era muy fácil inducir adeptos desde las mieles del poder, conquistar miles de simpatías sobretodo, cuando todos los factores que determinan el poder del Estado, son favorables a los intereses del partido gobernante.
Y es en ese sentido crítico, que deseamos realizar un análisis de los paradigmas de los líderes contemporáneos de República Dominicana, y un esfuerzo por estudiar, lo que es un liderazgo y un líder Real.
El liderazgo político a interpretación de varios expertos es detentado por aquella persona que reúne las calidades de conductor, integrador, articulador, conocedor, protector y encauzador del pueblo, según un modelo valorativo determinado.
El liderazgo importa entender que el pueblo cree en él, le tiene fe y confianza para regir los destinos de la comunidad.
De esa fe popular y de la propia vocación política del conductor político, nace un líder político, que indefectiblemente deberá contar con seguidores, y poder tomar decisiones que influyan en ellos y gobierne su conducta.
Con frecuencia hablamos de liderazgos y más específicamente, el liderazgo político, y lo asociamos a la capacidad de mandar sobre otros y lograr que estos cumplan la voluntad del líder.
El problema radica en que nos olvidamos que el liderazgo como lo vemos en el siglo XXI, no es una cuestión de mandatos entre los gobernantes y los gobernados o entre los líderes y los seguidores, es más bien, la capacidad de influir en los actos de los demás, hacerlos parte de la decisión, la ejecución y los resultados.
Tenemos que tener clara la diferencia entre los términos poder, autoridad e influencia.
En el caso del poder, tal como expresaba el maestro de la diplomacia americana Henry Kissinger, “el poder es el afrodisiaco más fuerte”, mientras que nuestro Gabriel García Márquez señalaba que “el poder absoluto es la realización más alta y más completa de todo ser humano y por eso resume a la vez toda su grandeza toda su miseria”.
El tema aquí es que cuando no se sabe para qué se quiere el poder, y por consiguiente, no se sabe ejercerlo, se termina abusando del poder y por tanto, llega un momento en que se debilita la autoridad a través de la pérdida de la legitimidad.
Un ejemplo de liderazgo político que supo ejercer el poder e influir en la vida de millones de personas lo encontramos en Nelson Mandela, quien luego de 27 años en prisión luchó por una causa, logró conquistar el poder y supo trabajar las inquietudes que inspiraron sus luchas y no llegó al poder para improvisar, de hecho se retiró del poder cuando su pueblo lo seguía queriendo y el poder moral lo acompaño hasta el último de sus días.
Sabemos que la figura de la autoridad es precisamente el poder que recae sobre una posición que se ejerce, lo trae la investidura misma del cargo, pero la influencia es la capacidad de cambiar el pensamiento de los demás, las opiniones o el desenlace de una acción.
Teniendo claro cuál es el significado del poder, la autoridad y la influencia, debemos hacer énfasis en el hecho de que el verdadero liderazgo político es el que sabe navegar en tiempos de crisis, el que tiene resiliencia como capacidad para adaptarse a las adversidades, pero sobre todo, el que sabe tomar decisiones en tiempos difíciles.
Abraham Lincoln, quien al referirse al poder dijo que “casi todos podemos soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder”, hoy tiene un legado inmenso no por haber sido presidente de los Estados Unidos, sino por haber tenido la capacidad de dirigir los destinos de la nación durante la Guerra Civil de los Estados del sur y los del norte, pero más que todo, por ser quien abolió la esclavitud en el país que se postuló como cede de la democracia.
Por otro lado, tenemos a Herbert C. Hoover, cuyo legado más importante es haberse sentado en el Despacho Oval y haber sido el presidente que no tomó las decisiones correctas durante la llamada Gran Depresión del 1929, como puede verse hay un líder recordado por tomar las decisiones correctas en una causa y hay otro que se les recuerda con negatividad por no enarbola una decisión en una crisis económica.
Mahatma Gandhi, hoy el mundo lo recuerda por haber sido el líder hindú que se atrevió a desafiar el status quo de la India colonizada a través de mecanismos pacíficos de desobediencia civil, su liderazgo quedó probado más allá de la duda razonable con su capacidad de movilización de bases en la famosa Marcha de la Sal, ¡un éxito total!
Winston Churchill, hoy uno de los referentes más clásicos de liderazgo, pues pudo dirigir al Reino Unido en un momento cuando la esperanza y la moral de las fuerzas británicas estaban por el suelo producto de los constantes bombardeos de la Alemania Nazi, también un genio de la estrategia militar.
Asi el reverendo Martin Luther King Jr. hubiera optado por seguir el camino fácil de la violencia, en cuanto a protestar contra las discriminaciones raciales y civiles de la comunidad afroamericana de la época, hoy no sería el estandarte del Movimiento de los Derechos Civiles de Estados Unidos. Luther King Jr. pudo adoptar una hoja de ruta como la tomada por el líder Malcolm X y enfrascarse en una lucha de superioridad racial.
Sin embargo, eligió la desobediencia civil de no violencia y hoy es una de las personas que más honran al Premio Nobel de la Paz.
Es decir obviamente que los líderes políticos sociales no siempre son tomado en cuenta por haber ejercido el poder, sino por las decisiones que tomaron y ayudaron a combatir e dirigir en medio de una causa que envuelve a una nación o sociedad determinada.
El liderazgo político de nuestra República Dominicana que sustituyó el liderazgo mesiánico carece de las cualidades políticas que definen los expertos citados, algo que se manifiesta en la coyuntura electoral que vivimos los dominicanos.
Los expresidentes de nuestro no pueden llamarse líderes autoritarios ya que los mismos no tienen una causa política e ideológica que lo defina como paradigma político y moral del país.
Ejemplo Hipólito Mejía, era quien debía seguir el legado del Dr Peña Gómez, sin lugar a duda el único líder de masa que no tenía necesidad de la oligarquía dominante, para movilizar a miles de seguidores y simpatizantes de la geografía nacional, en la causa de una democracia justa y progresista, la cual fue rechazada por los sectores oligárquicos del país, los cuales se opusieron siempre a su liderazgos y sus propuestas para dirigir la nación.
Sin embargo el expresidente Hipólito Mejía hecho por tierra todo el legado del líder al tratar de apoderarse de toda la estructura del Partido Revolucionario Dominicano, desatando una ola de tendencia y divisiones de la cual no fue capaz de unificar y que llevaron al PRD a ser desalojados del poder y perder la confianza popular de tantas décadas.
El expresidente Leonel Fernández, con consignas carismática, ha tratado de convencer al pueblo de que proyecta la imagen caudillista de los octogenario Doctor Joaquín Balaguer y Profesor Juan Bosch.
Sin embargo su accionar en el poder, fue estructurar un poder económico dentro del partido del gobierno que traído como consecuencia su salida del poder, y la desconfianza popular y ética del mismo. Asi como tampoco tienes una causa ideológica y política que lo definan en esos lineamientos.
Y el actual presidente Danilo Medina Sánchez, ha continuado la visión de su antecesor,Leonel Fernández, procreando estructuras economica a su alrededor y sin más visión filosófica, que no sea la competencia del mercado político económico del país.
De manera que. No hay integrador. No hay ética o poder moral. No hay un conductor de causas reales. Y no hay quien pueda detentar la fe de esté pueblo en el porvenir de la nación, ya que lo que importa y la causa que nos mueve es quien maneja el presupuesto de la nación y como me va a beneficiar, y cuáles intereses me promueven.
Desde que el PLD dejó de ser el Partido de la Liberación, por el régimen de corporaciones, la oligarquía dominante le ha quitado el apoyo y mas que ellos lo ha disminuido en su popularidad itrionica, de hace 16 años, la cual no padecia, y mientras un proyecto personal del PRM, convertido en partido político hoy, sin duda alguna se regocija de haber escalado en la popularidad de República Dominicana. No de los dominicanos, es decir que el liderazgo es circunstancial y paradójico, según la oligarquía que me apoya, que es sin duda la oligarquía dominante y de poder.
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