Corrupción, desigualdad y doble moral.
Vivimos en una cultura corrupta, donde corruptos y corrompidos cambian de roles en los diferentes gobiernos, por esta razón, para enfrentar el problema y evitar que se reinvente en cada gobierno se necesita un plan más allá de las protestas sociales y de culpar «honorables ciudadanos» que son el reflejo de esta sociedad.
La corrupción es la depravación de la actividad humana, violenta los procesos establecidos por el contrato social del hombre en sociedad y en ocasiones a causa de esta el gobierno desgobierna; crea miseria y desigualdad. Es un acto bochornoso y denigrante que provoca los más graves males de una nación.
Existen quienes piensan que en la sociedad capitalista la corrupción es un mal necesario, pues entienden que la misma financia los grandes proyectos y estos se convierten en bienestar. Se puede estar o no de acuerdo con esta teoría, no obstante, es evidente que las grandes inversiones se hacen en base a recursos que provienen de sectores oscuros en ocasiones con el visto bueno de autoridades gubernamentales que lo hacen conscientemente en perjurio de otros gobiernos y ciudadanos.
No es para justificar un mal que le hace tanto daños a nuestra sociedad, arrojando millones de personas a la indigencia y el abandono. Los casos de ODERECHT, BANINTEL, Barrick Gold, los negocios piramidales que ciudadanos utilizan sabiendo que se enriquecen en base al engaño de otros hermanos, también los pequeños casos que se ven en el día a día en el sector comercial ( tiendas, colmados, supermercados) o en los sectores profesionales, gremiales, sindicales, entre otros, son suficientes para saber que vivimos en una cultura corruptiva y de doble moral.
A medida que la sociedad ha adquirido mayores recursos económicos ha aumentado la corrupción y en esa misma medida, la sociedad se ha hecho más desigual. Hay que cambiar la triste realidad de que las denuncias cambian de nombres cada vez que cambiamos de gobiernos, y esta es la dinámica internacional, donde cada año miles de funcionarios, empresarios y ciudadanos son sometidos a la justicia, algunos países han tomados medidas drásticas como China y Singapur por mencionar algunos casos, allí existe la pena de muerte y el caso especifico de Singapur ha logrado posicionarse por el encima de los 90 puntos en el combate a la corrupción según datos de Transparencia Internacional.
La corrupción es cultural y si no se cambian los métodos de enfrentarla, la sociedad será cada vez más desigual. ODEBRECHT nos ensena que enfrentar este cancel necesita de acciones y modelos globales, parámetros internacionales que permitan estimular la sana inversión de los recursos para el fomento del empleo y la equidad en la distribución de las ganancias que genera el capital.
Para combatir este mal se necesita una reconversión no solo del sistema político y económico, sino que hay que trabajar desde la familia y la escuela a temprana edad, alimentando un compromiso firme con la justicia, para evitar que individuos provistos del poder que concede el Estado puedan violentar los mecanismo anticorrupción.
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