El Ascenso de Trump; escepticismo, mitos y expectativas.
Desde los polémicos Tuits que impulsaron su campaña y que llevó a crear la percepción de que era loco y por tal razón no podía ocupar el puesto de presidente del imperio más grande de nuestro tiempo, aun así, su discurso nunca cambió, pues sabía la factibilidad de la estrategia que venía utilizando y por encima de todos los pronósticos sucedió lo inesperado, y Donald Trump se convirtió en el presidente No 45 de los Estados Unidos de América.
El próximo viernes 20 de enero asume la rienda de la nación más poderosa del mundo, rompiendo con barreras que se han creado a lo largo de los más de 240 años de vida republicana de este país; en un escenario donde prima el escepticismo por el lado internacional y las expectativas de cambios radicales en sus seguidores.
El magnate basó su campaña en un discurso coherente y eso le ayudó a romper con algunos de los mitos que han caracterizados las votaciones de los Estados Unidos, por ejemplo, que el sistema está diseñado para que persona como el electo presidente no puedan acceder al poder, no obstante, con las pasadas elecciones se rompe con este y otros mitos.
Trump con 62 millones 979.879 votos populares y 304 votos electorales le ganó a una parte de la estructura de su partido, el Partido Republicano; le ganó a las firmas encuestadoras que aceptaron en el voto popular, pero se equivocaron en los votos electorales que son lo que eligen presidentes; le ganó a los ciudadanos que votaron mayoritariamente por la demócrata Hilary Clinton que obtuvo 65 millones 844.954 votos y 227 votos electorales, casi tres millones de votos populares por encima del candidato republicano
Trump se convirtió en un mandatario creado por la comunicación política y una estrategia que, a pesar de perder hasta los debates, terminó imponiéndose. Por esta y otras razones, aún electo el mandatario, las especulaciones continúan, y el escepticismo de los mismos estadounidenses que no terminan de entender que el multimillonario es ahora el presidente de su país y jurará defender los intereses de esta nación.
En término económico el nuevo presidente es un empresario de éxitos y por encima del loco que en campaña le llamaron en algunas latitudes, tiene una gran oportunidad para romper otro mito, de que los empresarios no deben ser políticos.
Hay que apostar al Trump que puede transformar la economía y hacer de Estados Unidos una nación próspera, convertir su éxito empresarial en un éxito en la política económica, no obstante, si el nuevo presidente cumple con su discurso de campaña (nacionalista y radical) cambiaría el ritmo de la historia y habrá una transformación en las relaciones internacionales. En este análisis debo concluir, que ese discurso fue un discurso de campaña y se quedará en la campaña, pues Estados Unidos es una superestructura que no descansa en la figura del presidente, hay mucho más poder en otras instituciones que obligan a decisiones para proteger intereses.
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