Ponle acento: las Grandes Ligas reconocen la influencia de los beisbolistas latinoamericanos
El shortstop Eduardo Núñez estaba sentado en los vestidores del Juego de las Estrellas de las Grandes Ligas el mes pasado cuando entró un utilero. El hombre llevaba el uniforme de Núñez, pero estaba diciendo un nombre desconocido para el jugador: “Nunez”.
Además de Núñez, también estaba el dominicano Robinson Canó, segunda base de los Marineros de Seattle. Canó le habló acerca de una nueva campaña llamada “Ponle acento”. Esta iniciativa, patrocinada por las Grandes Ligas y encabezada por el primera base de los Dodgers de Los Ángeles, Adrián González, busca reconocer la influencia de los jugadores latinoamericanos en las Ligas Mayores al tildar los apellidos de los jugadores.
“Ponle acento” busca recordar a los equipos que deberían preguntarle a sus jugadores cómo quieren que se escriban sus apellidos en los uniformes. Después de la conversación con Canó, Núñez se unió a este esfuerzo y se convirtió en uno de los más de 20 jugadores latinos —de por lo menos diez equipos— involucrados en la iniciativa que empezó en mayo. “Nuestros apellidos representan a nuestras familias y el lugar de donde venimos”, dijo Núñez.
Hay más de 200 jugadores de países de habla hispana en las Grandes Ligas, los cuales representan el 25 por ciento del total de los jugadores. Por supuesto, no todos tienen apellidos que requieren acentos. González, quien nació en San Diego pero vivió su niñez en México, enarboló esta causa publicando fotografías de su uniforme recientemente acentuado en Twitter y alentó a sus compañeros a hacer lo mismo. El jardinero puertorriqueño de los Dodgers, Enrique Hernández, inmediatamente siguió su ejemplo:
“Que bonito se ve ‘Hernández’ con el acento!”, escribió en Instagram. “Invito a todos los latinos a que hagan lo mismo!”.
En años anteriores, era poco común que sus equipos les preguntaran sobre sus preferencias. Por lo tanto, la mayoría de los jugadores, por seguir la corriente, tenía una actitud apática frente al tema. Sin embargo, con los cambios demográficos de la liga en años recientes, los jugadores empezaron a alzar la voz y los equipos se volvieron más proactivos. “Me acostumbré a no tener el acento en mi uniforme, pero ahora estoy aprovechando esta oportunidad”, dijo Yoenis Céspedes, jardinero de los Mets de Nueva York.
En 2015, las Grandes Ligas iniciaron la campaña “Aquí” con el objetivo de llegar a más público de habla hispana y participaron estrellas como Miguel Cabrera, José Bautista y David Ortiz. Una secuencia de imágenes del uniforme de Canó contrastaban el antes y el después del acento en su apellido. El mensaje era claro: el béisbol se estaba adaptando a la nueva ola de jugadores que lo estaban redefiniendo.
Los jugadores latinoamericanos han tenido mucha paciencia al momento de manejar la inevitable negligencia que sufren sus nombres en Estados Unidos. Pero la historia de confusiones lingüísticas ha devenido en un camino más traicionero. Durante años, la prensa citó a jugadores como Roberto Clemente u Orestes “Minnie” Miñoso con faltas de ortografía en inglés: los reporteros exageraban el uso equivocado de las palabras y su mala pronunciación. Clemente fue citado cuando dijo que se sentía “no gud”, después de lesionarse, y Miñoso, cuando dijo estar “hokay”.
La prensa estadounidense apodó a Miguel Ángel González, jugador y entrenador cubano, como el Tonto con Suerte, por su limitado manejo del inglés. “Él tenía una gran mente para el béisbol, pero, al momento de citarlo, los periódicos representaban sus palabras de manera fonética”, dijo el historiador Adrian Burgos Jr., de la Universidad de Illinois.
“La manera en que hablaban los jugadores siempre recibía más atención que lo que en realidad decían. Las Grandes Ligas se han visto como una fuente de americanización en lugar de una fuente de diversidad”.
Es probable que los aficionados no lo sepan, pero muchos de sus peloteros favoritos usaron nombres diferentes mientras jugaban. En la década de 1960, los hermanos dominicanos Felipe, Mateo y Jesús Alou ocuparon el jardín de los Gigantes, en algún momento simultáneamente. Su apellido completo era “Rojas Alou”, pero, de manera inexplicable, dejaron de lado “Rojas” desde el inicio de sus carreras y nunca más lo utilizaron. (El hijo de Felipe, Moisés, entró a las Mayores en 1990 también bajo el apellido Alou).
Los libros de récords están repletos de faltas de ortografía, omisiones y decoraciones poco serias. En su libro The Pride of Havana, el académico de Yale Roberto González Echevarría menciona el caso del jugador Hiraldo Sablón Ruiz. En Cuba era conocido como Hiraldo Sablón pero en Estados Unidos, donde jugó para los Rojos de Cincinnati y los Angelinos de Anaheim, su nombre se contrajo a Chico Ruiz. Llamar a un jugador “chico”, según González Echevarría, “equivaldría a llamar a la estrella de los Yankees Amigo Mantle, porque alguien dijo ‘Bien hecho, amigo’ cuando conectó un jonrón”.
Matt Vasgersian, conductor y comentarista del canal de televisión de las Grandes Ligas, está intentando corregir una historia colmada de errores flagrantes. Como ejemplo, pronunció el nombre del venezolano Hernán Pérez con y sin acento. “Suena como si hablara de dos personas diferentes”, dijo.
Vasgersian no habla español, pero captó la fuerza del contraste: “Si puedes decir Krzyzewski, puedes decir Rodríguez”.
Uno de los pocos comentaristas latinoamericanos en la actualidad es Carlos Peña, quien jugó como primera base durante 14 temporadas antes de tomar el micrófono.
“Algunas palabras significan cosas diferentes cuando no las pronuncias correctamente”, dijo. Si se le quita el acento a Bartolo Colón, su apellido deja de ser el del descubridor de América y se convierte en una parte del intestino grueso. Lo mismo sucede con la tilde en “Peña”, que significa “roca” y que se vuelve la palabra “pena” en español. Cuando Peña jugaba en las Ligas Menores, donde los clubes no tenían los recursos para contratar a sastres que pusieran correctamente los nombres de los jugadores en sus uniformes, relató que él mismo ponía la tilde en su apellido con un trozo de cinta adhesiva.
Recientemente, su hijo de cinco años comenzó a jugar béisbol. Cuando volvió a casa con la playera de su equipo, Peña se consternó al ver que el apellido de su hijo estaba escrito sin tilde.
“Me molestó más que le sucediera a mi hijo que a mí”, dijo.
Fuente:http://www.nytimes.com/es/2016/08/12/ponle-acento-las-grandes-ligas-reconocen-la-influencia-de-los-beisbolistas-latinoamericanos/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
Deja un comentario