¡POR FIN, UN POCO DE PAZ Y SOCIEGO!
Como consecuencia del fin de la campaña electoral, con miras a las Elecciones del domingo 15 del presente mes y año, hoy sábado regresa a los pueblos y a los hogares dominicanos un poco de silencio y tranquilidad, lo cual se traduce en la oportunidad de cada dominicano a ejercer en paz y libertad el sagrado derecho al descanso y al sano esparcimiento, a la conservación de la salud auditiva y el sociego en el hogar; a rezar y orar, los religiosos, en la paz de su hogar o templo; a disfrutar de la música y de sus programas predilectos, tanto en la radio como en la televisión; a la animada charla o la tertulia libre entre los miembros de la familia o entre vecinos y amigos, sin el entorpecimiento ni la invasión de su espacio físico vital y medioambiental, derechos que les habían sido prácticamente conculcados, desde hace meses y talvés años, por unos aspirantes o candidatos de partidos políticos cuyas promociones sónicas vulneraron gravemente los fueros domiciliarios, así como los más elementales derechos del ciudadano, establecidos por la Constitución y las leyes.
Ésto, dejando de lado los daños visuales al medio y al entorno. Claro, ésto no quiere decir que hayamos retornado al respeto en materia de producción de ruidos y escándalos, mucho menos, que hayamos retornado al paraíso pero, sí a la reducción sustancial de tales males, lo cual nos permite reacomodarnos nuevamente a un medio más habitable, que nos permitirá recuperar en parte nuestra ya deteriorada salud auditiva, esperando que definitivamente las autoridades de turno actúen, siempre apegadas a la Ley, para hacer valer nuestros derechos y evitar futuras alteraciones a la sana convivencia dentro de la comunidad.
En consecuencia, creo que el pueblo, más que votar por los candidatos y partidos que le arrebataron la quietud y la paz, deben reconocer a los violadores y castigarles, negándose el voto a los que más lo atormentaron, como castigo a sus extravagancias y violaciones.
Parecería que de tales castigos no quedaría exento nungún candidato ni partido pues, todos incurrieron en la misma falta. Aunque siendo justos, reconocemos que no todos por igual; unos más que otros. Entendemos que hubieron candidatos y partidos, cuya promoción fue más comedida y respetuosa, tanto en tiempo como en el volumen de sus equipos de amplificación.
Sin embargo, hubieron otros que no sólo duraron hasta dos y más años en una campaña que parecía interminable, sino que sus promociones rompieron todos los records de volumen, persistencia y duración, sometiendo a la ciudadanía a un constante y permanente suplicio sónico a toda hora: en la mañana, en la tarde en la noche y hasta en la madrugada, sin dar tregua ni descanso a nuestros atormentados oídos, donde eran violentados, no sólo el derecho al sueño normal y reparador de todo ser humano, después de una dura jornada laboral, sino hasta la cotidiana siesta luego del almuerzo, para muchos. A ésos propongo castigo en las urnas.
Si no respetaban nuestros derechos a la paz, a la tranquilidad y al sociego, menos respetarán los derechos del ciudadano en otros ámbitos, ya en lo individual como en lo social. Tampoco se preocuparán por el bienestar general de la comunidad a la que pretenden representar y/o dirigir, porque contra ese mismo bienestar atentaron en sus largas y ruidosas campañas.
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