“EL SILENCIO DE LOS PENDEJOS”
El silencio nos hace pensar y reflexionar antes las vicisitudes que arrastramos como sociedad. El silencio nos guía para bien o para mal, no importa dónde y en qué situación estemos aun así, pensamos para hablar o actuar. Todo dependerá a quien te dirigirás, es así que aprendemos a ver más allá, a pensar por una mejor sociedad a pesar del silencio sepulcral que nos hace daño, sin mirar atrás para ver la condición social de nuestro pueblo como reflejo de los demás.
La realidad que vive el pueblo dominicano es catastrófica y muy seria, estamos viviendo ante una sociedad de sobrevivientes arrastrando los males que se repiten cada día como si la suerte del dominicano estuviera circunscrita a los designios del fracaso y la miseria acompañada del silencio de los inocentes. Actuamos mostrándonos indiferentes ante los abusos del poder que como ayer nos jodieron el futuro para que hoy la sociedad esté languideciendo, esté muriendo desesperada sin aliento, donde la pobreza, la miseria es tan grande que muy pocos pueden ser educados, tenemos un sistema económico inhumano e inmoral es un modelo que derrama gota de miseria razón por la cual persiste la pobreza.
La nación dominicana mutilada y enfermiza, vive todavía, pero su vida es un suplicio porque se le esconde hasta la esperanza de la felicidad un pueblo desdichado que solo siente aflicciones, angustia y desesperación, un pueblo que guarda un silencio sepulcral dejando que los de arriba esa casta mafiosa y hediondas manipule la verdad con los periodicucho vendidos al mejor postor o acaso somos pendejos y mediocre a gran escala que no nos damos cuenta de toda esta desgracia que nos afecta cada día. Los gobernantes de ayer no fueron pendejos, fueron avilés en su accionar para engañar a los demás como el de hoy, es decir que el pendejismo esta desde la fundación misma de la Estado, es tan eficiente ese mecanismo del pendejismo que nos pasamos toda una vida aplicando el refrán aquel de que “es mejor ser pendejos que no aparentarlo” como un estilo de vida que condiciona nuestra manera de pensar y actuar.
Estamos condenados a vivir en una sociedad donde los valores del buen ciudadano son cada vez menos tomados en cuenta para entonces valorar, reconocer o mejor dicho adular al falso ciudadano: malhechores, políticos corruptos y narcotraficantes… Aquellos maleantes, delincuentes, traficantes de drogas, mafiosos, asesinos, violadores, inmorales, en fin, estamos arrastrando la peor crisis moral que hayamos tenido en toda nuestra historia como sociedad. Tenemos crisis en la familia, en las Iglesias, en los partidos políticos, crisis económica, tocamos fondo y nadie hace nada para cambiar esta putrefacción, esta podredumbre social e institucional que mantiene el Estado dominicano.
El que gobierna simplemente hace uso del poder e impone un nuevo lenguaje, un nuevo modelo de gobernar, razón que genera el silencio sepulcral. A juzgar por lo que estamos viviendo la población no les importa el abuso de que el gobierno aumente considerablemente los combustibles, la misma está consciente del dinero que se lleva la maldita corrupción a causa de esto no llega dinero a las escuelas, a los hospitales, a la universidad, son miles de millones que fluyen ininterrumpidamente por los oscuros canales de la corrupción y todo eso no genera preocupación ni la llamada indignación de la gente.
Al parecer el pueblo está drogado, está manipulado; no importa que siga la inflación, que la comida suba a las nubes, “esto se jodió”. Al pueblo no le importa, está anestesiado; que siga la corrupción, no hay un malestar, no hay crispación, nada le importa; que sigan robando y empobreciendo la nación.
Que las posibilidades de ascenso social son limitadas y que las políticas sociales no tomen en cuenta a la mayoría de la población, eso no importa, que siga la corrupción, que el Estado apadrine a los ladrones, eso no importa, que siga la malograda corrupción. Nadie se levanta de la cama, del sofá, nadie reclama al ver su país preñado de corrupción, nadie reclama la existencia de un régimen de consecuencias para que castiguen a los ladrones que se roban la nación generando pobreza al por mayor. ¿Cuándo será que pasaremos de la teoría a la acción, a exigirle al Estado que combata la corrupción? El alto costo de la vida nos jodió, nos empobreció.
Aprendamos de Brasil: miles de brasileños se volcaron a las calles de unas 100 ciudades del país para exigir servicios públicos de calidad y denunciar a los maleantes de la corrupción, en cambio aquí nos mostramos como inocentones masoquistas que nos somos capaces de exigir que se combata la mafia que promueve la corrupción. ¿Será el silencio que nos ahoga en los charcos de la conformidad, que no vale la pena luchar por una mejor nación, que verdaderamente esto no tiene solución, que el silencio de los inocentes nos embriagó con su atomización, que estamos pésimamente convencidos de que esto no lo arregla nadie? Condenados al sufrimiento, a lo peor, que no importa quién nos gobierne. Vivir de mal en peor.
Que debemos estar conformes y tranquilos mientras nos roban el sueño de vivir mejor, que los oportunistas te atrofien tú futuro, que roben tu dinero con la maldita y degradante corrupción… y sigues indiferente, como si nada pasara, como si poco a poco no estuvieran calando, malogrando el futuro que pretendes o que has de tener por tus esfuerzos. Te roban, no haces nada, simplemente callas y que siga la jornada diaria bajo la ingenua espera o creencia que no lo volverán a hacer.
No te imaginas cómo la corrupción, esa que está arraigada en la politiquería dominicana se lleva el dinero de la seguridad, la salud y la educación aumentando la pobreza y la desesperanza, que a la larga el pueblo es usado como carne de cañón, como condón por los partidos mayoritarios que los engañan con las funditas para enrostrarles lo que son. Cuándo diremos ¡basta de esta falsa democracia! Cuándo tendremos el despertar social, ejemplar para decirle ya no aguantamos más. Que la justicia haga su trabajo que los corruptos paguen por sus delitos porque no aguantamos más. Debemos decirle No a la corrupción.
Es posible otra República Dominicana, pero no sustentada como lo dijo la presidenta de la cámara de cuentas; que con lo que se roban los políticos se construyen dos Repúblicas Dominicanas. Es vergüenza que damos, nuestro país desacreditado por los malvados, los sucios, los malandrines, los verdugos y energúmenos corruptos dominicanos, enquistado en el poder para hacer y deshacer sin consecuencias por la cual temer.
Cómo aguantar la proliferación de la corrupción, de vivir en un país condenado al simplismo, a la impunidad, a la inseguridad y nadie hace nada? Aumenta la tarifa eléctrica para financiar a los ladrones del sector eléctrico y nadie hace nada; la salud no sirve y nadie hace nada; la educación no sirve y nadie hace nada; abusan de ti y tú no haces nada; El corrupto cada cuatro años te saluda y tú no haces nada; te aumentan el pasaje y tú no haces nada; te aumentan las medicinas y tú no haces nada. Este modelo inquisidor te mata, te empobrece y tú no haces nada, entonces tu vida no vale nada porque tu no haces nada, mañana tus hijos te preguntaran: ¿papá, mamá, verdad que tú no hiciste nada porque aquí no hay de nada?
El silencio de los inocentes nos hace cómplices, nos aniquila, nos maquilla la realidad misma. No hay reacción, al parecer todo acabó, que siga la corruptela al vapor, el Estado no actúa como tal pues carece de autoridad moral para su función de ordenar la vida social, es por eso que tenemos un sistema de salud anómico, un sistema educativo, partidos y políticos anómicos.
El Estado está secuestrado, no puede defenderse ni defendernos, al parecer estamos atados, mendigando, mientras que los corruptos disfrutando del robo que ejecutan desde el Estado. Nada ha cambiado para los de abajo, la clase media se está malogrando, el gobierno actúa sin cuidado sin refajo, el Estado está fuñido, está fallido, por las actitudes corruptas, petulantes e indolentes de la clase política gobernante que con su actitud encubre lo peor, a quienes se robaron el sueño de tener una mejor nación aplicando la impunidad para garantía del ladrón.
Deseo a todos ustedes que tengan su motivo de indignación; porque cuando algo nos indigna, nuestra fuerza es irresistible (Stéphane Frederic Hessel, 1917-2013).
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