Sistema de Partidos: Democracia y hegemonía popular
Fuente: Listín Diario | “Observatorio Global” Autor: Leonel Fernández
@LeonelFernandez
Además de haber ganado las últimas cinco elecciones en forma consecutiva por encima del 50% de los votos emitidos, tres presidenciales y dos congresionales y municipales, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), figura actualmente en diversas encuestas con un apoyo superior al 70%.
¿Por qué ocurre eso? ¿Cuáles razones explican que el partido morado de la estrella amarilla, fundado por Juan Bosch, se haya convertido desde finales del siglo XX y los primeros tres lustros del siglo XXI, en la principal fuerza política de la República Dominicana?
Las interrogantes cobran pertinencia cuando se sabe que no siempre fue así. Cuando el PLD participó por vez primera en un certamen electoral, en el 1978, solo obtuvo 18,000 votos, equivalente al 1%, lo que le obligó a recabar nuevamente firmas para recuperar su legalización.
Eso también contrasta con el hecho de que durante cuatro décadas las fuerzas políticas que con mayor incidencia gravitaron en el ámbito político nacional fueron el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
Para comprender, por consiguiente, la manera en que el péndulo político osciló en la República Dominicana durante ese ciclo histórico, conviene situarse en lo que ocurrió en el país en la etapa inmediatamente posterior al ajusticiamiento del tirano, Rafael Leónidas Trujillo, en el 1961.
Y en efecto, lo que ocurrió fue un proceso largo y sinuoso de transición a la democracia que, aunque en algunos momentos se vio interrumpido, representó en todo momento una lucha por la conquista de la libertad, la democracia y la justicia social.
En un primer momento esa lucha consistió en la destrujillización del país, esto es, en la salida de los familiares y remanentes de lo que significó la larga dictadura. Pero poco después, en la organización de elecciones para la escogencia de un gobierno emanado de la voluntad popular.
Origen hegemonía PRD
Fue a partir de ese proceso electoral, de 1962, que empezó a construirse en el imaginario social colectivo del pueblo dominicano, la idea del Partido Revolucionario Dominicano como fuerza motriz u organización hegemónica en la defensa de lo nacional-popular.
La razón fundamental de ese fenómeno se debió a su figura central: el profesor Juan Bosch, quien en esos comicios obtuvo una aplastante victoria en contra de la Unión Cívica Nacional, integrada por los sectores más conservadores de la época.
Mientras los cívicos y su líder, el doctor Viriato Fiallo, enmarcaban el debate de aquellos tiempos en términos de trujillistas y antitrujillistas, Bosch, con su dilatada experiencia política obtenida en cerca de un cuarto de siglo en el exilio, orientó esa discusión más bien en lo que él mismo definió como una lucha entre tutumpotes e hijos de machepa.
Al plantearlo así, el profesor Bosch introdujo por vez primera en el ámbito nacional el aspecto social como tema dominante en el debate político, y orientó todo su accionar en cómo mejorar las condiciones de vida del pueblo dominicano, especialmente en sus estratos más bajos.
Durante su gobierno, Bosch introdujo importantes reformas institucionales y sociales en la vida del país. Como resultado, él y su partido, el PRD, concitaron gran apoyo popular y despertaron inmensas esperanzas en sectores tradicionalmente excluidos del interés de los actores políticos.
Desafortunadamente, el gobierno de Bosch solo duró 7 meses. Al producirse el golpe de Estado de septiembre de 1963 y surgir el gobierno del Triunvirato, numerosos dirigentes y seguidores del PRD fueron perseguidos y apresados.
Luego vino la Revolución de Abril de 1965, cuyo objetivo era tratar de reponer el gobierno de Bosch y restituir la Constitución de 1963. La intervención militar norteamericana, ordenada por el presidente Lyndon B. Johnson, en tiempos de Guerra Fría, para presuntamente evitar una segunda Cuba, lo impidió.
En todos esos acontecimientos, el PRD desempeñaba un rol protagónico, de principalía, con lo cual cimentaba una relación política, ideológica, organizativa y hasta emocional con distintos estratos de la sociedad dominicana.
Al emerger el periodo de los 12 años del doctor Joaquín Balaguer, entre 1966 y 1978, una vez más el Partido Revolucionario Dominicano, ya no solamente a través del profesor Juan Bosch, sino además a través de otra figura carismática, el doctor José Francisco Peña Gómez, jugaba el papel central en la resistencia que se hacía contra aquel régimen que durante buena parte de su tiempo tuvo un carácter eminentemente represivo.
Con el triunfo electoral de Antonio Guzmán, en los comicios de 1978, el PRD ponía fin a una etapa en la lucha por la democracia, al alcanzar la alternancia política del poder, pero al mismo tiempo iniciaba un nuevo capítulo en la vida nacional, en el que lo determinante ya no continuaría siendo la lucha por las libertades públicas, sino la conquista del desarrollo económico, la prosperidad y el bienestar social.
Debilitamiento, declive y emergencia
Durante el período examinado, el doctor Joaquín Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano, constituyeron el factor fundamental de poder. Durante sus 12 años de gobierno, lograron consolidar una estructura militar, empresarial, de clase media urbana, de núcleos marginados y de comunidades rurales.
Su fuerza estuvo en que durante su mandato se logró una relativa estabilidad política y un cierto orden, que se habían perdido durante el caos suscitado con el desmoronamiento del autoritarismo trujillista, el derrocamiento de Juan Bosch y la Revolución de Abril.
Además, la incidencia reformista se cimentó en el crecimiento económico alcanzado y el desarrollo de proyectos de infraestructuras en todo el ámbito del territorio nacional.
Aunque el doctor Balaguer retornaría al poder por 10 años más, entre 1986 y 1996, al no dejar un heredero político, con su desaparición física lo que ha habido es un proceso paulatino de debilitamiento del PRSC.
En lo que atañe al PRD, si bien es cierto que don Antonio Guzmán, con la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y el respeto a los derechos humanos, contribuyó al avance de la democracia, no ocurrió lo mismo en el aspecto económico y social.
En ese sentido, su gobierno fue un fracaso, como lo fueron los sucesivos gobiernos del PRD, de Salvador Jorge Blanco, de 1982 a 1986; y de Hipólito Mejía, entre el 2000 y el 2004.
En estos dos últimos gobiernos la tasa promedio anual de crecimiento económico fue escasamente de 2.1% del PIB. El desempleo se disparó. El valor de la moneda dominicana se devaluó. La inflación se incrementó, y en general, la población dominicana experimentó un profundo descontento social, como quedó en las protestas de abril de 1984.
Un destacado politólogo norteamericano, Johathan Hartlyn, al discurrir sobre esa etapa reciente de nuestra historia, ha dicho lo siguiente:
“La historia de la lucha por la democracia política en la República Dominicana durante el período 1978-1996 muestra numerosas decepciones […] Había razones para ser optimista en cuanto a que la transición de 1978 conduciría a un período de cambio político [Ö]de consolidación democrática. Estas razones incluían cambios sociales, el espectacular debilitamiento de los militares dominicanos y las prácticas y afirmaciones de los líderes del PRD. Sin embargo, el período de 1978 a 1986, cuando el PRD estaba en la presidencia, debe ser visto como una oportunidad perdida…”
A partir de 1996, con el ascenso al poder del Partido de la Liberación Dominicana, se inició otra etapa en la transición democrática de la República Dominicana.
En esta ocasión, una nueva generación de políticos tenía la oportunidad, que dejó deslizar el PRD, de por vez primera en el país, combinar el desarrollo económico y social con avances en el orden institucional democrático.
A pesar de las ácidas críticas que puedan verter sus adversarios, lo cierto es que, en términos generales, el PLD logró esos objetivos. Durante sus períodos de gobierno, el PLD ha fortalecido las instituciones democráticas, entre otros factores, con la más amplia reforma constitucional que conoce el país desde 1963; con la reforma administrativa-financiera del Estado; con la mejoría en la calidad de los servicios públicos; y con la reforma y modernización del Poder Judicial.
De igual manera, durante las administraciones peledeístas, se ha podido alcanzar una tasa promedio anual de crecimiento por encima del 7%, lo que ha determinado que el producto interno bruto se haya más que triplicado, al pasar de 20 mil a una cifra superior a los 60 mil millones de dólares.
Esa multiplicación en la capacidad de generación de riquezas, conjuntamente con la ejecución de una política orientada al incremento de la inversión social ha permitido alcanzar una disminución de la pobreza; generación de empleos; expansión de la clase media; incremento de la afiliación de la seguridad social y subsidio focalizado a los sectores más vulnerables de la población.
Al haber logrado esos objetivos, donde otros han fracasado, el PLD se ha convertido en la principal fuerza política del país de los últimos 20 años, y eso es lo que explica el éxito electoral que ha tenido y su condición actual de fuerza hegemónica, de carácter popular, en la vida política nacional.
Deja un comentario