La doble moral, la política y las instituciones.
Las vacaciones de verano en la universidad la he pasado reflexionando, reflexiones que me llevan a diversas etapas de mi vida, entre ellas, el hecho de que precisamente 5 días después de escribir este artículo he cumplido los 30 años de edad, y esto significa una nueva etapa, aunque otros lo celebrarían por todos los altos, yo solo he reflexionado, a veces hasta un poco melancólico.
De este año no me puedo quejar, sobre todo del semestre de la universidad, fue el más productivo de mi larga trayectoria estudiantil, y no solo productivo, sino también valorado, porque hasta eso cuesta en esta sociedad, reconocer el esfuerzo que hacen los humanos. Aprendí tanto que en algún momento hasta sentía temblar mi cerebro y palpitar más de lo normal mi corazón, a veces he pensado lo que tanto repite las gentes, “tu va a quedar loco”, cuantas veces habré escuchado estas palabras.
Esta es la antesala para completar mi segunda licenciatura y la maestría en derecho y relaciones internacionales; valió la pena por el hecho de que mi puntuación más baja fuera 95 de 9 asignaturas que llevaba, incluso un 100 y un 99; esto es significativo para celebrarlo, sin embargo, no puedo celebrar, porque de tanto aprender hay cosas que me ha puesto a pensar y hasta deseo de llorar me ha dado, porque si evaluara quizás más que aprender en algunos casos haya desaprendido.
Puedo afirmar que fue mi semestre más productivo, porque comprendí el lado más negativo de mi existencia, aprendí por ejemplo: “lo que significa un voto”, “no hay almuerzo gratis”, y una pregunta que le hago y me hago“ ¿Son ético lo que en las aulas nos hablan de ética? todas estas son cosas que te llevan a pensar y hasta a repensar, tu destino, a analizar si el futuro por el que ha luchado lo podrá lograr; bajo la proyección actual, y sobre todo y lo que más te lleva a pensar, manteniendo el nivel ético y moral bajo el que ha vivido.
Bajo este sistema que cada día se cubre y se hace dependiente la sociedad en que vivimos, es difícil sobrevivir. La sociedad, es cada vez más individualista y dependiente de lo material, los seres humanos se hacen cada vez más esclavo de cosas que casi siempre no necesitan. La ambición desmedida, la doble morar ponen el bien individual por encima del colectivo.
La política, no la ciencia, y las intuiciones son instrumento para grupos adueñarse de los intereses colectivos, con razón lo primero que aprendí en ciencias naturales fue la cadena alimenticia, porque realmente la sociedad que se ha creado consiste en comerse a unos para salvarse otros.
Recuerdo la película española el método, es una fotografía de la sociedad. En esta se muestra un grupo de personas que se presentan en una oficina para conseguir un puesto de trabajo. El método es ante todo, la disección del perfil de un sujeto egoísta que ha abandonado a los suyos de manera determinante; un vodevil que poco a poco iba transformándose en otra cosa.
Así es esta sociedad. Las personas, aunque no toda, se convierten en seres egoístas que abandonan sus principios, su moral la convierten en la doble morar y la política más que el arte del servir se convierte en el medio para sobrevivir; el instrumento ideal son las instituciones que cada son la base legal para hacer prevalecer la doble moral.
Me mantengo bajo esta incógnita, porque hoy más que nunca venimos descubriendo que los santos no son tan santos, la verdad no es tan verdadera, que al parecer todo tiene precio, y que a pesar de tantas revoluciones el mundo tiene que continuar y que si cambia o no, depende del pensamiento colectivo que no podremos construir jamás, porque lo único que verdaderamente tiene esta sociedad, es que es plural y bajo esa pluralidad hay que respetar lo de cada quien. El sistema sabe cómo mantenernos dividido, por eso la política es un bien necesario, las instituciones debemos luchar por mejorarla, aunque sobre todo ellos, prevalezca la doble moral.
En fin debo dejar bien claro, que la doble morar no es propia de las instituciones, como refiere el título del libro la doble morar de las organizaciones, autor Jorge Etkin, mucho menos de la política; la doble moral es propia de las personas que la dirigen, que para llegar a ellas hacen todos tipos de diablura y para mantenerse justifican su diablura, prevaleciendo la doble moral y el descredito institucional.
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