Obama se juega en Crimea la continuidad de Estados Unidos como potencia hegemónica
El presidente estadounidense, Barack Obama, está en la primera línea del enfrentamiento con su homólogo ruso, Vladimir Putin, por Ucrania, lo que aumenta aún más el riesgo de una crisis con consecuencias potencialmente peligrosas. Se trata de un escenario digno de la Guerra Fría, aunque Moscú y Washington rechazan la idea de una vuelta a 25 años atrás.
Washington, ESTADOS UNIDOS. Desde que la crisis desatada por el movimiento de tropas rusas en la península ucraniana de Crimea, el presidente estadounidense, Barack Obama, ha hablado dos veces por teléfono con su homólogo ruso, Vladimir Putin, conversaciones largas las dos –de 90 y 60 minutos– calificadas de “directas” y “francas” por Washington.
Según funcionarios estadounidenses, Obama trató de argumentar a favor de una salida a la crisis que permitiría a Putin salvar la cara mediante la obtención de garantías sobre la seguridad de los rusófonos en Crimea y la legitimidad de un futuro gobierno ucraniano, a cambio del repliegue de las fuerzas rusas en sus bases en la península.
Por su parte, el secretario de Estado, John Kerry, se esforzó por llegar a un acuerdo con su par Serguei Lavrov. Pero el anuncio esta semana de un referéndum sobre la adhesión de Crimea a Rusia puede hacer que estos esfuerzos sean nulos, en momentos en que Obama también estableció un marco de sanciones contra Rusia.
Este mismo sábado Obama realizó una ronda de llamadas a algunos aliados europeos entre ellos los primeros ministros del Reino Unido, David Cameron, e Italia, Matteo Rienzi, y el presidente francés, François Hollande, que expresaron su “grave preocupación” por la situación en Ucrania.
Tras su conversación con Obama, Hollande dijo que ante “la falta de progresos” hacia una solución de la crisis, Francia y Estados Unidos podrían tomar “nuevas medidas” contra Rusia, mientras Kerry en una nueva conversación telefónica con Lavrov advirtió de que una escalada militar podría amenazar las posibilidades de una solución diplomática y pidió la “máxima contención”.
Un escenario digno de la Guerra Fría, aunque Moscú y Washington rechazan la idea de una vuelta a 25 años atrás, un equilibrio del terror entre dos superpotencias nucleares.
No obstante, su cooperación en importantes temas geopolíticos se pone en entredicho: las conversaciones sobre la cuestión nuclear iraní, la evacuación del arsenal químico sirio o incluso la retirada de Estados Unidos de Afganistán.
Para Lee Feinstein, exembajador en Polonia y asesor de campaña de Obama, éste tiene cada vez menos opciones que ofrecerle a Putin.
Repensar las relaciones
“Eso dependerá de las decisiones de Putin. Si la intervención en Crimea continúa, las cosas se volverán más difíciles en muchos asuntos”, predice Feinstein, que participa en el centro de análisis German Marshall Fund.
En declaraciones desde la Casa Blanca el jueves, Obama advirtió de que la organización de un referéndum sobre la adhesión de Crimea a Rusia violaría el derecho internacional, horas después de haber autorizado el establecimiento de sanciones y el congelamiento de activos por parte de su gobierno.
Si Moscú confirma su dominio sobre Crimea, la reputación de Obama, ya vapuleado por sus rivales republicanos del Congreso, estará en juego, y tendrá que materializar sus amenazas de sanciones, exponiéndose a represalias por parte de Moscú.
Consciente de este riesgo, el mandatario estadounidense se encargó de dejar la puerta abierta a una solución diplomática.
Pero desde hace mucho tiempo enterró la “puesta a cero” entre Washington y Moscú, considerada un activo en el inicio de su gestión y que aspiraba en particular a un nuevo tratado START de desarme nuclear.
Desde el regreso de Putin a la presidencia en 2012, los signos de deterioro de las relaciones se han multiplicado: reuniones bilaterales canceladas en el marco del G-8 y el G-20, el enfriamiento por el asilo dado por Moscú a Edward Snowden, la decisión de Rusia de prohibir a parejas estadounidenses adoptar niños rusos…
“Mucho antes de la crisis actual, Washington ya había dejado de lanzar programas ambiciosos” con Moscú, dijo Michael McFaul, quien acaba de dejar su cargo como embajador de Estados Unidos en Rusia.
Para Charles Kupchan, del centro de análisis Council of Foreign Relations de Washington, Obama renunció a una relación productiva con su homólogo.
“Creo que Obama se planteó básicamente que no podía continuar por este camino y que había llegado el momento de repensar nuestra relación con Rusia”, explicó el experto. Según Feinstein, un retorno a una relación más pacífica parece poco probable en el futuro inmediato. “No creo que vuelva a encarrilarse a menos que se resuelva la crisis actual”.
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